Conociéndose
Conociéndose.
Sólo podemos amar de verdad a quien conocemos de verdad.
El tema del noviazgo es un tema muy amplio, por lo que nos vamos a enfocar en algunos puntos que pueden ayudarles en la práctica a vivir en plenitud ese período tan importante de sus vidas; tomando en cuenta los términos de aquella conocida y agudísima máxima: . Conócete, acéptate y supérate a ti mismo, a ella (o a él), y a la pareja que formen los dos, con sus características propias.
Ante todo, "conócete y conócele a él o a ella". Sólo podemos amar lo que conocemos: sólo podemos amar de verdad a quien conocemos de verdad: sólo surge el amor personal y profundo cuando hay conocimiento personal y profundo. No basta saber quién es el otro, dónde vive, quiénes son sus padres, etc. Es necesario conocerlo bien como persona.
Esto es importante para poder discernir maduramente y basar el futuro matrimonio sobre fundamentos firmes. Como les decía, el amor es adhesión de la voluntad a la otra persona como es; y esa adhesión no puede darse si no se la conoce como es.
Aquello de que "el amor es ciego" expresa la realidad de que los afectos que el enamoramiento suscita llevan al joven a ver únicamente lo que hay de bello y positivo en la persona amada, sin percibir muchas veces sus defectos o límites. Pero, en realidad, son sólo los afectos los que son ciegos; el amor verdadero quiere ver, porque quiere conocer, para amar al otro tal cual es.
El enamoramiento suele poner en efervescencia la facultad de la imaginación; con gran facilidad comienzan a surgir sueños ideales; de pronto el enamorado se descubre poeta. No hay nada de malo en ello. El problema surge si uno no se da cuenta de que los sueños son sueños y no quiere plantar los pies sobre la tierra, cuando el corazón y la imaginación andan por las nubes. Si esa actitud cristaliza y es continua, uno corre el peligro de casarse con un sueño, del que se desilusionará tan pronto como caiga en la cuenta de que la esposa, o el esposo, no es una hada o un príncipe azul.
Naturalmente, hay una graduación ilimitada en las manifestaciones de este fenómeno; mucho depende del propio temperamento, de la educación recibida, etc. Pero se trata de algo que ha sido ampliamente universal. El enamorado tiende espontáneamente a idealizar a la persona amada, a idealizarse a sí mismo (pensando que desde ahora será otro, siempre fiel, siempre feliz), y a idealizar también la relación entre ambos (imaginando un futuro de rosas en el que todo saldrá bien).
El conocimiento de dos que se aman no puede nacer, evidentemente, de un estudio frío, indagador y distante. El cultivo del amor requiere espontaneidad y confianza mutua. No hay que ponerse a hacer "test" psicológicos al novio o a la novia, o someterle a interrogatorios fastidiosos. Debe ser algo muy natural y espontáneo. Eso no quiere decir superficial.
Danos tu comentario
Publicar un comentario