PREPARANDOSE PARA LA ADOLECENCIA 3

La adolescencia es un periodo de turbulencias, con cambios físicos y psíquicos, que genera grandes desconciertos en los chicos y en sus padres.Una de las principales características de esta época es discutir y cuestionar la autoridad de los padres y confundir la libertad con la independencia.Aunque durante la niñez los padres tratan de inculcar a sus hijos una serie de normas familiares y sociales con las que tienen que convivir, cuando el hijo llega a la adolescencia esta tarea es más difícil, ya que a esta edad es común que los jóvenes rechacen las normas y las cuestionen cuando no están de acuerdo con ellas. ¿Qué hacer como padres ante esta situación? Ante todo no perder el miedo a exigir y a ejercer la autoridad en la familia pero sin perder el cariño hacia los chicos. Además, para exigir con acierto es necesario ser coherentes, es decir, no hacer lo contrario de lo que exigirnos a los hijos. Recuerde que los adolescentes juzgan todo y, generalmente, sin misericordia.La firmeza en la decisión tomada es uno de los mejores aliados en la educación del adolescente. Para ejercer la autoridad con un joven no se necesitan gritos, ni amenazas, basta unas palabras firmes y con cariño para dar una orden y el hijo comprenda que la debe cumplir. Prepararse para un mal ratoComo padres es preciso prepararnos para pasar un mal rato en ciertas ocasiones por la reacción del chico ante una orden que vaya en desacuerdo con él. Es preciso mantenerse consciente de que es por el bien del hijo y hacerle ver que, aunque todos vuelvan a su casa a las tantas horas de la mañana o vayan a determinados lugares, él no debe de hacerlo.Según José Manuel Mañú Noáin, autor de varios libros sobre educación, es muy conveniente que los hijos sepan que los padres no se rinden ante todas las modas del ambiente. “Aunque es correcto hacerle entender las razones de nuestra decisión, hay que estar dispuesto también a ejercer la autoridad hasta sus últimas consecuencias, por el bien de ellos. Si no lo entienden ahora, lo entenderán más adelante. Hay muchos adolescentes que saben que lo que piden está mal, y en su fuero interno entienden que se les diga que no”. Los padres deben tener cuidado de no caer en un modelo excesivamente autoritario ante el hijo adolescente, pues aunque se logre imponer la autoridad, se puede correr peligro de perder el cariño. Sin embargo es también preciso evitar comprar la paz familiar cediendo en todo lo que pide el joven. Según el especialista, “hoy los adolescentes pelean menos con sus padres que hace veinte años, porque en muchos casos los padres han renunciado a exigir”. Condiciones para ejercer la autoridadEl ejercicio de la autoridad requiere del cumplimiento de ciertas condiciones como las siguientes:• Establecer previamente las reglas del juego con el hijo adolescente y hacerle ver que el incumplimiento de dichas normas tendrá una consecuencia. Estas normas deben ser aceptadas por padres e hijos y exigibles a todos. • Papá y mamá deben estar de acuerdo previamente en lo que se le exige al adolescente, de lo contrario el chico aprovechará estos desacuerdos para desafiar la autoridad de sus padres. • No separar comprensión y exigencia. No es difícil observar en algunas familias con adolescentes que toda la comprensión está en los padres y toda la exigencia está en los hijos. • Ser sobrios en el ejercicio de la autoridad. Hay muchos problemas que pueden resolverse mediante otros tipos de influencia. • Poner a prueba la propia imaginación para encontrar situaciones de participación para los hijos. • Saber resistir frente a dificultades y frustraciones. • No desanimarse nunca, pase lo que pase. La autoridad se puede perder y se puede recuperar. Hay que ser perseverantes. • En una discusión destacar siempre lo positivo en primer lugar. • Como padres, tener la paciencia de aclarar muchas veces algunas ideas de base, para que el chico entienda la razón de nuestras afirmaciones. • El ejercicio de la autoridad se logra en un clima de confianza que no excluye actos de energía de enfado. Debe ser una exigencia serena. Sin rechazos y sin comentarios mientras el hijo trata de exponer su punto de vista y sin dejar de aclarar después. No es aconsejable entrar en la dinámica de rivalidad y testarudez ya que, además de reforzar esta actitud, no se consiguen buenos resultados. Esta postura provoca enfrentamientos, estados de irritabilidad y agresividad entre los miembros de la familia, y puede dificultar la convivencia familiar.Características peculiares en la adolescencia• Los padres dejan de ser el punto de referencia para pasar a ser el grupo de amigos. • Se acrecienta es el sentido de la intimidad. El adolescente descubre su interioridad y la protege. Por eso es frecuente que comience a encerrarse en su habitación y deje de comunicar lo que piensa y hace. Se puede volver hermético en la relación con sus padres y contestar con monosílabos cuando se considera interrogado. Cuando piensa que se le está pidiendo una información que vulnera su intimidad o la de sus amigos tiende a contestar con evasivas o a rechazar la conversación. • No está contento con su cuerpo. Esto puede dar lugar a complejos, y, en casos extremos, a la anorexia o a la bulimia. Es necesario explicarle que esto que le pasa es normal y que el cuerpo encontrará su propio equilibrio en el desarrollo. ¿Cómo reaccionar ante estas condiciones? Las actitudes de continua crítica, rebeldía y oposición que se presentan en la adolescencia deben ser consideradas como normales, propias de la etapa evolutiva que se está atravesando. El sentido del humor y la ausencia de susceptibilidad son valiosas armas para soportar los continuos ataques y retos que a los jóvenes tanto les gustan. A medida que el joven se hace mayor, se encuentra más seguro, accesible y tolerante, lo que facilitará las relaciones familiares. Leer más...

PREPARANDOSE PARA LA ADOLECENCIA 2

¿De qué hablas con tu hijo adolescente? Es posible que la mayor parte de las conversaciones se reduzcan a retarlo y criticarlo por su aspecto descuidado, por la hora de llegar a la casa, por las notas, por estar todo el día colgado del teléfono....Cierto es que tenemos el deber de corregir pero, si nos descuidamos, nuestra relación puede reducirse a reproches y críticas.A pesar de su aparente desapego, de su afán por ser independiente, tu hijo adolescente espera aún mucho de ti y necesita que le transmitas una serie de mensajes. Un adolescente necesita oír de sus padres que están orgullosos de él, y no sólo cuando saca buenas notas o cuando gana el partido de fútbol, sino también cuando:1. Se esfuerza por conseguir un objetivo, aunque no lo logre.2. Toma sus propias decisiones.3. Lo intenta de nuevo a pesar de haber fallado.4. Lucha por superarse.Debes hacer ver a tu hijo que estás orgulloso de él o de ella, a pesar de todo, porque es tu hijo.Que le aceptas y apruebas como persona, aunque en ocasiones no apruebes su comportamiento.Muchos adolescentes de hoy en día no tienen la suerte de escuchar con frecuencia este mensaje.El segundo mensaje tiene que ver con la disponibilidad. Tu hijo necesita saber que estás ahí, disponible para cuando le haga falta, que siempre puede contar contigo. Aunque aparente que no te necesita, en los momentos difíciles necesita saber que cuenta contigo. Si no consigues transmitirle este mensaje buscará consejo y ayuda en otros lugares.Debes estar disponible para cuando te necesite, lo que no es lo mismo que atosigarle con preguntas. La intimidad no se impone, se gana.Otro mensaje que debe captar tu hijo es tu interés por comprenderle.Es frecuente que los adolescentes acusen a sus padres de no entenderles, de vivir en otra galaxia, de no enterarse de nada.A veces simplemente nuestro hijo está intentando manipularnos: confunde el comprender con el estar de acuerdo.Debes procurar tomarte el tiempo necesario para intentar descubrir los motivos que hay detrás de las afirmaciones de tu hijo, y escucharle poniéndote «en su pellejo» antes de formarte una opinión. Al menos tu hijo debe darse cuenta de que intentas comprenderle, respetando su personalidad, su peculiar forma de ser.Procurando estar al día: películas, canciones, famosos, deportes...Sabiendo ser flexibles en lo que no es sustancial: horarios, vestido, orden...Dando importancia a cada hijo individualmente: exámenes, salidas, amigos, diversiones...Descubriendo al hijo callado, triste enfadado...Sabiendo perdonar, dando una segunda oportunidad.Sabiendo pedir perdón cuando sea necesario: no se pierde autoridad y se gana prestigio.Para ello es fundamental que hagas ver a tu hijo que confías en él, de esta forma le animarás a querer estar a la altura de esa confianza.No obstante, esta confianza no implica que le permitamos hacer cosas para las que aún no está preparado o que le permitamos enfrentarse a situaciones en las que el grado de riesgo es más elevado que su nivel de madurez.Debemos hacerle ver que esa confianza se irá desarrollando gradualmente a medida que él vaya adquiriendo más experiencia y nos vaya demostrando que es capaz de actuar de forma responsable.El último mensaje, y también el más importante, que los hijos desean oír de sus padres es que lo quieren. Cuando un adolescente no está seguro del cariño de sus padres, los demás mensajes no significan nada.Necesita que le digas que le quieres y que se lo demuestresTomado del libro "Cómo resolver situaciones cotidianas de tus hijos adolescentes", editorial Palabra, Madrid, 2.000. Leer más...

PREPARANDOSE PARA LA ADOLECENCIA

Hay una época en la vida del hombre y de la mujer que resulta interesante, encantadora, y viene a ser la alegría clamorosa del hogar. Nos referimos a la adolescencia, en la que el muchacho y la muchacha se abren de lleno a la vida y al amor. Pero esos encantos del adolescente están llenos también de preocupaciones hondas, que muchas veces resultan un auténtico quebradero de cabeza para los papás. Los quinceañeros son, por igual, la ilusión más grande de los papás y el mayor de los problemas familiares. Si este hecho de la naturaleza del hombre ha sido siempre así, hoy reviste caracteres mucho más serios que en otras épocas. La rebeldía actual de los jóvenes, con todo lo que tiene de valiosa, tiene también planteado a la familia y a la sociedad un desafío que debe ser aceptado. Se dice que hoy es muy difícil ser papás, y es cierto. El amor ha de conjugarse con la firmeza, con la comprensión, con la condescendencia, con la conciencia propia de los papás, los cuales han de respetar la dignidad personal de los hijos y darles libertad a la vez que imponerse una prudente vigilancia. Siempre con nuestro pensamiento en Jesucristo, volvemos instintivamente la mirada a Nazaret. Jesús fue un adolescente. Un chico que se abrió a la vida como cualquiera de nosotros. Un mocito que empezó a tratar a José de hombre a hombre, como de hijo a padre. Un muchacho en quien su Madre tenía fijos los ojos y a la que Él se le abría como a la mejor amiga y confidente. Jesús ha sido un adolescente ideal, que atraía las miradas, ganaba los corazones y no perturbaba ninguna conciencia...Indiscutiblemente, que Jesús vio cómo José le trató del modo más atinado que hoy dictan la sicología y la pedagogía de los mejores maestros, que aconsejan al papá: Para tener un hijo cabal, y ser tú respetado, aceptado y amado por él, trátalo - de pequeño como tutor que lo cuida; - después, como maestro que lo forma; - ya crecido, como amigo con quien se comparte todo. Pero, en todos los casos, con la conciencia de que eres ante todo y sobre todo su padre, y son siempre paternales la tutela, la formación y la amistad con que lo tratas. La madre desempeña en este proceso un papel muy importante. Intuitiva y amorosa, sabe adelantarse a los problemas que surgen en el desarrollo normal del adolescente, y si se gana la confianza del hijo o de la hija, la adolescencia se convierte en el tiempo más propicio para la formación. Cuando así se han ganado los papás la confianza del hijo o la hija adolescentes, viene en éstos el recuerdo que no se olvida nunca. Un día le preguntó el papá al hijo que se marchaba a Estados Unidos para acabar sus estudios y con intención de establecerse en la gran nación, donde ya estaba la novia:- Robert, ¿te llevas algún recuerdo malo de tu padre? - No, papá. Siempre he visto en ti a un hombre cabal. - Un hombre y un cristiano. Por ti, tu padre ha sabido mantenerse siempre en línea con Dios. No he cedido nunca a la tentación de portarme mal, de darte un solo mal ejemplo. Pasaron los años. Y anciano el papá, recibió la carta del hijo: - Papá, he sentido más de una vez la tentación de portarme mal. Pero, por el ejemplo que me dio mi padre, no he dado un paso en falso ni una sola vez. Cuando Dios te llame, vete en paz, que tu hijo te seguirá bendiciendo en la tierra. Y aquella hija --cuyos papás se habían llevado el primer premio nacional sobre la familia--, que le dice cariñosamente a la madre y en tono de desafío: - Mamá, ten presente que te voy a ganar. Yo no voy a ser menos que mi madre. Casos como éstos no se improvisan. Vienen de lejos. Y la adolescencia es la época mejor para esta formación esmerada que pueden impartir los papás. Para muchas cosas, la niñez es prematura, pues el niño no vislumbra el porvenir. La juventud avanzada, con todo lo que tiene de buena, resulta a veces tardía. Se perdió la ocasión que ofrecía una edad más temprana. Por eso, hay que aprovechar el momento oportuno. Y esos años que van, en términos generales, de los doce a los dieciséis, son una circunstancia única e irrepetible. El hijo y la hija adolescentes se miran en los papás. ¡Qué suerte si los encuentran intachables!El hijo y la hija adolescentes empiezan a soñar en el amor. ¡Qué suerte si lo miran siempre puro!El hijo y la hija adolescentes se encuentran ante la primera crisis de la fe y de la piedad. ¡Qué suerte si la superan tal como se les enseña en la actual preparación para la Confirmación, dispensada con tanta solicitud por la Iglesia en todas las parroquias!... ¡Adolescentes!... Simpáticos, queridos y turbadores adolescentes...Suelen dar algo y bastante miedo. Normalmente, suelen causar malos ratos de inquietud en los papás y en los educadores. Pero, ¡hay que ver cómo los debe mirar Aquél que fue adolescente como ellos en la casa de Nazaret!... Leer más...

UN PROBLEMA UN DESAFIO

Constantemente nos quejamos de que los hombres no nos entienden. Los hombres suplican poder entender a la mujer. Pero quizá la mujer tampoco se detiene a tratar de comprender al hombre. Hace unos meses viajaba con una amiga por la carretera. Para completar la aventura de habernos perdido, tomado salidas equivocadas y habernos quedado completamente paradas en el tráfico por media hora, sólo nos faltaba que se nos ponchara una llanta. La ley de Murphy no falló y poco después de salir del tráfico empezamos a oír un ruido. Nos paramos a un lado de la carretera para confirmar que, efectivamente, teníamos que cambiar la llanta. Ninguna de las dos lo habíamos hecho antes, pero yo pensé que no podría ser tan difícil y que era suficiente experiencia la de ver a mi papá cambiar las llantas tantas veces. Estaba sentada sobre el pavimento tratando de ensuciarme lo menos posible y encontrar dónde poner el gato, cuando un señor amablemente se detuvo para ayudarnos. Después de quince minutos ya estábamos sentadas listas para continuar nuestro viaje. ¿Qué motiva a los hombres a pararse a cambiar llantas en la mitad de la carretera? Este hecho me ayudó a entender lo que mueve al hombre y que no es necesariamente lo mismo que puede motivar a una mujer. Al hombre le gusta sentirse necesitado y se siente realizado al proteger a alguien más. A nosotras nos agrada que nos ayuden porque nos hace sentir protegidas y cuidadas. Tomando esto en cuenta, podemos descubrir qué le afecta al hombre y la manera en que podemos sobrellevar los problemas familiares con ellos y no a pesar de ellos.El hombre encuentra su realización al poder proteger. El esposo y padre de familia se realiza al poder proveer y proteger a su familia. Se podría decir que el hombre no trabaja sólo por el dinero. Éste es un incentivo fuerte, sin embargo el hombre lo que busca es lo que acompaña al dinero: protección para su familia, status, prestigio y excelencia. ¿Qué pasa cuando el dinero falta? Para él es más que un simple problema económico. Todo lo que le acompaña desaparece a la vista del hombre. Siente frustración al no poder proveer para su familia. Si para la mujer es importante que la comida que preparó le guste a su familia, para el hombre es importante poder poner la comida sobre la mesa. Su éxito, que él basa en el trabajo, se esfuma. Su deseo de excelencia se ve frustrado junto con el fracaso en el negocio. La mujer en estos casos puede empeorar o aligerar la situación. La relación puede verse dañada si se queja de que no le alcanza el dinero, si le presiona con los pagos y los gastos de la casa. De manera silenciosa hay que empezar a ahorrar y enseñarle a los hijos a hacerlo. Hay que saber en qué momento tratar estos temas y, sobre todo, no hacerlo delante de los hijos. El hombre puede decaer si su mujer no le da la misma importancia que para él tiene el no parecer tan prestigioso ante los demás. El hombre busca la estima de otros, en especial la de su mujer y familia. Por eso es importante que ella le ame incondicionalmente y encuentre en ella la seguridad que siente haber perdido. Ha habido momentos de prosperidad. Han llegado o podrán llegar momentos de adversidad. Si no han llegado, sería conveniente acordar de ante mano la manera en que los enfrentaran. Si ya han llegado, quizá es momento de cambiar actitudes y manera de hacer frente las dificultades. En uno u otro caso, es importante saber vivirlos juntos. Si la mujer sabe aportar sus cualidades, podrá ayudar a hacer que las adversidades lejos de ser un obstáculo para el matrimonio, sean un medio para crecer en el amor. Leer más...

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UN CAMINO PARA RECOBRAR A TU FAMILIA

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UN PROBLEMA UN DESAFIÓ

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PREPARANDOSE PARA LA ADOLESCENCIA 2

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Actualmente, Guadalupe Venegas ha publicado dos libros:
  • Despierta mujer dormida
  • Desde el corazón
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