Se un mensajero de la Virgen de Guadalupe


Por qué ser un Mensajero Guadalupano



Un mensaje como este no es para guardarlo, es para compartirlo,
tanto amor no puede ser para una sola persona, debe ser compartido.



Sobre todo en estos tiempos, cuando hay tanta desolación y
desesperanza, tanta falta de fe en el país y en el mundo. Llevar a otros
este mensaje puede lograr una conversión, un reencuentro de alguien
que estaba alejado, detener un suicidio o el perdón al hermano.

Porque si nosotros que creemos y veneramos a la Virgen de
Guadalupe, no la difundimos, ¿Quién lo hará entonces? Nuestra
misión es precisamente esa, evangelizar, llevar el mensaje.

Además de difundir el mensaje de amor de la Virgen de Guadalupe,
con este documental se da a conocer también parte de la Historia de
México, datos sobre la Conquista y la Evangelización, así como, por
supuesto, de las Apariciones ocurridas en diciembre de 1531, en el
Cerro del Tepeyac. Varias personas han dicho conocer más de sus
raices después de ver este documental, en el que se percibe también
el sentimiento y fundamentos de los indígenas.

Con la labor de difusión puede beneficiarse o ayudar económicamente
a una parroquia o institución, y simultáneamente contribuir para que
nuevos proyectos de evangelización sigan desarrollándose.

Porque es la mismísima Virgen de Guadalupe quien nos está enviando
“Anda y haz lo que esté de tu parte”.

www.1531.mx

sumate@1531.mx


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Inteligencia emocional aplicada al amor


El valor de los sentimientos
Victoria Cardona.
Educadora Familiar

Intelectual y emocional
Lewis Terman, investigador de la Universidad de Stanford, inventó los famosos tests de inteligencia. Se media esta inteligencia para saber el coeficiente intelectual del niño. El resultado de una serie de pruebas y comparándolo con otros niños del mismo grupo y de la misma edad daba la llave para saber el nivel del coeficiente (C.I). En este aspecto recuerdo que muchos padres de mi generación estábamos pendientes de saber el número de coeficiente intelectual de nuestro hijo o hija y quizás tuvimos un poco de decepción cuando, según los estudios realizados, nos enteramos que no era tan importante como tener un buen coeficiente emocional. (C.E.) Luego respiramos aliviados y nos quedó la tranquilidad de saber que los habíamos amado, valorado y aceptado y la esperanza de que aún estuviéramos a tiempo de que fueran felices.



De uno mismo y de los demás
Los psicólogos Slovey y Mayer nos definen la inteligencia emocional como la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de los demás, utilizándolos como guía de pensamiento y de acción. En artículos anteriores del "Curso de Formación para padres" como por ejemplo: "Aceptación, amor y valoración, base de la autoestima personal" o bien el que hace referencia a "La educación de la voluntad" encontraremos algunas pautas de inteligencia emocional.
La educación de los sentimientos incluye las capacidades del conocimiento propio, autocontrol, equilibrio emocional, saber relacionarse bien con los demás desarrollando la empatía, para reconocer y comprender los sentimientos de los demás y confiar en ellos; también el optimismo y el agradecimiento.

Pueden ser problemas serios
He escuchado a muchos padres angustiados por sus hijos adolescentes que frecuentan locales con el riesgo de droga, alcohol, pornografía. He leído que en Estados Unidos algunas de les familias con hijos conflictivos los internan por 40.000 dólares al año al Sur de Jamaica, con vistas al Caribe, en un centro al que llaman de modificación del comportamiento, que se encarga de enderezarlos durante 3 años casi en régimen carcelario para enseñarlos a convivir. Veo que muchos adolescentes son víctimas de agravios por parte de sus compañeros de escuela. Es un acoso nombrado "bullying". Parece ser que tanto las víctimas como los agresores necesitaran de terapias para mejorar sus actitudes, y muchas son concernientes a no haber enseñado a relacionarse interpersonal mente. Son tiempos de velar por nuestros pequeños y nuestros adolescentes y enseñarles a comprenderse.

Una buena experiencia
Daniel Goleman en su best-seller "Inteligencia emocional" nos describe el programa dirigido por el psicólogo Eric Shaps en Oakland, California, en escuelas para niños de 10 años. Puede ayudar a mejorar los conflictos de los escolares. Ya sabes que el maestro tiene una importancia relevante en la formación de nuestros hijos. Nos lo explica así:

El maestro muestra los colores del semáforo a los alumnos con el siguiente cartel escrito:
" Luz roja. Para, serénate y piensa antes de actuar.
" Luz amarilla. Expresa el problema y explícalo tal como lo sientes. Proponte un objetivo positivo. Piensa en varias soluciones. Piensa también en sus consecuencias.
" Luz verde. Sigue adelante y trata de de llevar a término el mejor plan.

La experiencia ha demostrado que estos tipos de consejos por parte del adulto, en este caso el profesor, ayudan al control del niño enojado y en la etapa adolescente puede afrontar mejor sus problemas. Pienso que nos puede servir también a los mayores en caso de enfado. En nuestro hogar puede ser, también, una forma simpática de aviso cuando tenemos peleas entre hermanos o bien cuando nuestros hijos demuestran una irritación exagerada.


Con amorosa vigilancia
Enumeraremos algunos puntos interesantes sobre este tema:

1.- Que la primera infancia es fundamental para los sentimientos de los pequeños. Que hemos de demostrar con caricias, miradas, abrazos y palabras que nos agrada que sea el nuestro hijo, nuestra hija. Y que la relación de la madre con su pequeño recién nacido ocupa un papel primordial. Es importante también que el padre se vaya incorporando al cambio de pañales, baños y por supuesto que también acaricie y abrace mucho a su hijo.

2.- Que en su etapa adolescente seguiremos demostrándole que estamos muy contentos de tenerlo y le demostraremos este afecto con el gesto de un abrazo o un beso aunque nos pareciera que no le hace ninguna gracia. Debemos reforzar también el diálogo. Marcar límites para horarios de salidas de noche, navegación por Internet y revisar gastos de móvil. "Vigilar el mal incipiente antes que tenga tiempo de madurar", según William Shakespeare.

3.- Tener ingenio e imaginación para divertirse con ellos. Fomentar las actitudes positivas y el optimismo.

5.- Estar pendiente de cualquier síntoma extraordinario en su comportamiento como terrores nocturnos, aislamiento o agresividad, para detectar si hay alguna anomalía en sus relaciones con los demás compañeros del colegio y comentarlo en las tutorías.

Y para finalizar una breve reflexión con esta frase de Aristóteles:

"Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo"
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Infidelidad; amor de billetera


Amor de billetera
Daniela Jerez
www.yoinfluyo.com

Hombres con estabilidad económica, adinerados, maduros, exitosos en su vida profesional y sobretodo, abiertos a entablar una relación sentimental con mujeres mucho más jóvenes que ellos; estos son los famosos "sugar daddies" que además usan sus "encantos" y cultura para conquistar a chicas que bien podrían ser sus hijas o incluso sus nietas.



Uno de los máximos representantes de los "sugar daddies" es Hue Hefner; el multimillonario editor y fundador de una revista para caballeros que ejemplifica perfectamente al hombre mayor que sale con mujeres más jóvenes sea de manera estable o esporádica, a quienes se les conoce como "sugar babies".

A menudo nos preguntamos por qué se dan este tipo de relaciones, a lo que diversos especialistas señalan que se debe a que la chica está en busca de protección, amor y comprensión que generalmente encuentra en un hombre maduro y no en un chico de su misma edad que aún no tiene la suficiente madurez o interés por comprometerse.

La pedagoga Claudia Hernández en entrevista para yoinfluyo.com señala que este tipo de relaciones se da cuando el hombre busca sentirse más atractivo, vital y joven por lo que entablar una relación amorosa con una chica de menor edad le ayudará a lograrlo. Aunque es más común en las mujeres mayores, algunos hombres entrados en edad deciden tener una pareja menor porque no disfrutaron de su juventud.

En cuanto a las mujeres, la especialista señala que ese relacionan con un hombre mayor por la madurez que éste pueda tener además del poder, posición económica o dinero que le pueda brindar, cosas que una pareja de su edad difícilmente puede ofrecerles.

Señala además que algunas de estas chicas pudieron desarrollar en la infancia el conocido Complejo de Electra, etapa en que la pequeña puede sentir atracción por su padre y cuando crece entonces decide "reemplazar" esa figura buscando a un hombre mayor que se le asemeje.

La pedagoga señala que el mayor beneficio pero también la mayor desventaja es la madurez de la relación pues el hombre mayor puede brindar mayor estabilidad emocional a la joven pero ésta se saltará una etapa de su juventud por lo que conforme vaya creciendo y envejeciendo deseará salir con hombres más jóvenes que ella para experimentar lo que no hizo en su juventud.

Este tipo de relaciones está tan de moda que actualmente existen sitios en la web como "SeekingArrangement.com" que tiene por objeto entablar " citas para viejos ricos amantes de mujeres jóvenes". La dinámica consiste en que el hombre crea un perfil con la cantidad mensual que puede ofrecer a la chicas. Las cifras van de mil a 20 mil dólares. A menudo el dinero es utilizado por las "sugar babies" para costearse sus estudios universitarios.

Algunos ejemplos de relaciones entre "sugar daddies" y "sugar babies" son Catherine Zeta Jones y Michael Douglas, Salma Hayek y Francois Henri Pinault, Tony Randall y Heather Harlan, Tony Bennett y Susan Crow, Fred Thompson y Jeri Kehn así como Warren Beatty y Annette Bening.
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Aprende a perdonar


APRENDE A PERDONAR
Pbro. Marcos Alejandro Mancera Ruiz

TÁCTICAS PARA LOGRARLO
Si en el fondo sientes que no tienes la capacidad de perdonar, puedes aprenderla e incluso potenciarla. Y para ayudarte a conseguirlo, te damos estas siete técnicas que te ayudarán a lograr reconciliarte, olvidar y ser consciente de por qué estás eligiendo ese camino:


· Comienza por perdonarte a ti mismo(a). Reflexiona un poco en que nadie es totalmente bueno ni malo, tanto tú como el resto de las personas reaccionan de acuerdo a como están programadas mentalmente, a lo que han aprendido o se les ha inculcado. Pero todas las personas quieren en última instancia ser felices. Si eres tolerante con tus propias culpas y fallas del pasado, si entiendes y aceptas tus sombras psicológicas, estarás en mejor disposición de hacerlo con los demás.

· Saca tu disgusto fuera. Es preferible exteriorizar tu enojo en el momento en que ha sido provocado, en vez de guardártelo. Pero tampoco excedas la impulsividad ciega o la ira irreflexiva. El dicho de que “lo que se queda adentro se pudre” es bastante cierto en el caso del rencor.

· Aprende a relativizar. Haz un ejercicio de atención consciente y concédele a cada suceso la importancia que merece. Frecuentemente reaccionamos con exceso ante cosas pequeñas, cuando la mayoría de las cosas no son tan importantes como para no merecer perdón. Para llegar a esta conclusión, ponte en la situación del otro, seguro que verás las cosas de otra manera.

· Identifica tus emociones. ¿Sentimiento de humillación, decepción, tristeza? Toma conciencia de lo que ocultas tras tu máscara de cólera, esto te ayudará a liberarte de ella, al comprender que “el culpable” ha despertado una zona de sufrimiento que ya existía dentro de ti mismo(a).

· Descubre la intención del otro. Encontrar la verdadera motivación de tu ofensor y las razones profundas de su conducta, te llevará a ser más condescendiente con él y a verlo como víctima de sus propios errores y carencias, en lugar de verlo como verdugo. Por ejemplo, una persona que ofende a otra en público, en realidad puede ser insegura y estar intentando autoafirmarse.

· Admite tu responsabilidad. ¿Sin ninguna justificación has puesto demasiadas expectativas en alguien? ¿Has sido poco claro (a) al expresarle tus objetivos o necesidades? Reconoce tu parte de responsabilidad en el asunto, y la próxima vez habla con claridad y directamente, evitando los malentendidos o suposiciones.

· Facilita la reconciliación. Ante un problema, siempre lo mejor es acercarte a la otra persona para comunicarse. Es importante elegir bien el momento, sentarse a hablar con calma y sin prisas y expresarle que te importa al otro. Ten siempre una postura conciliadora para aclarar el conflicto y resolver la discusión sin resentimientos.






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Que hacer si tu hijo te dice que es homosexual parte II

10 consejos para re-descubrir a un ser querido con AMS
Atracción al Mismo Sexo
Written by V.Ruiz
June 2010

Enlistaré a continuación 10 consejos, pensando especialmente en los padres de hijos con AMS que desean re-crear el vínculo con sus hijos y no saben por dónde empezar:


1. Aprendan ustedes mismos sobre las causas de la AMS.

Existen varias posturas sobre la homosexualidad, algunas apoyándola como innata, otras considerándola como el resultado de una serie multifactorial de hechos psicológicos, afectivos, ambientales y constitutivos de la persona. ¿Qué teorías sostiene tu hijo?, ¿qué piensas tú?

2. Aprendan qué cree su hijo sobre la homosexualidad.

Las teorías populares sobre la homosexualidad son muchas, y es importante que sepas qué piensa tu hijo sobre la homosexualidad, qué creencias ha aceptado y qué proyecto de vida se ha trazado en base a lo que constantemente observa alrededor suyo. No traten de entender y sostener lo que ustedes creen de la homosexualidad; ábranse un momento, y reciban sin rechazo lo que su hijo entiende sobre la homosexualidad. No sean un obstáculo, sino personas dispuestas a amar y recibir la opinión de su hijo.

3.Dense cuenta de que ahora realmente están entrando al mundo de su hijo.

Tu hijo te está dando la oportunidad de conocerlo realmente. Éste ha sido su secreto por mucho tiempo e, independientemente de la circunstancia en que te lo haya revelado, ahora sabes algo que no conocías de él o ella. Así experimentarás lo que tu hijo ha vivido.

4. Únanse a su hijo.

Esperen mucho rechazo. Es frecuente que su hijo añore acercarse a ustedes y a las personas que más admira, pero por haber hecho suyo el rechazo, vuelve a dudar y desconfía, poniendo obstáculos para que los demás se acerquen. Todo esto aun con las mejores intenciones que ustedes tengan de escuchar, comprender y ayudar. Tengan paciencia consigo mismos y con su hijo.

5. Creen confianza, desarrollen actividades juntos y asistan a encuentros y eventos que él o ella prefiera y haya elegido.

Quiero rescatar la gran importancia que tiene el contacto físico cariñoso y sincero, especialmente del padre del mismo sexo. Es uno de los vínculos más importantes de pertenencia para su hijo. Se siente así seguro, perteneciente a ustedes. Si les ofrece sus opiniones, no las rechacen. Si les comparte su literatura, no la rechacen. Si les invita a conocer su mundo, conózcanlo. Aprendan, re-conozcan a su hijo, comprendan su perspectiva.

6. Busquen ayuda para ustedes.

Es importante contar con un apoyo durante estos momentos de cambio y reacomodo de nuestra perspectiva familiar. Puede ser de ayuda acudir a terapia, seminarios o sesiones de sanidad familiar. No se trata de que cambies a tu hijo. Eso depende de su decisión, no de ti. Tu papel inicia con tu trabajo personal y la disposición que tengas para ayudarte a ti mismo. Tu hijo puede mostrarte qué puedes cambiar para mejorar y poder ayudarle. Como diría en su momento Gandhi: "Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo".

7. Indica tus ideas una vez, no las repitas constantemente.

Como decimos popularmente en México, si nos "montamos en nuestro macho", nuestros hijos experimentarán el rechazo y se alejarán aun más de nosotros. No expreses una y otra vez tus ideas morales y valores, pues el vínculo con tu hijo se hará cada vez más débil. Si reiteras tu posición inflexiblemente, reforzarás el rompimiento de la comunicación y tu hijo se sentirá excluido. Se apartará de ti nuevamente. Es natural pensar que si no reiteras constantemente tu punto de vista, tu hijo creerá que lo has aprobado. Pero si no abres siquiera el canal de la escucha, tu intento de acercarte a tu hijo con la espada desenvainada resultará inútil.

8. No amenaces con retirar privilegios o posesiones. Tampoco lo presiones a tener citas con personas del sexo opuesto.

Si intentas controlar a tu hijo, sólo aumentarás su desconfianza, se agrandará la distancia entre ustedes dos y se fragmentará la posibilidad de acercarte a él o ella.

9.No te preocupes por tus errores.

Si te detienes a observar tus faltas en lugar de solucionarlas, con un esfuerzo renovado, no serás de ninguna ayuda para tu hijo. Descubre en él o ella lo que tienen que cambiar para re-crear la relación.

10. No te preocupes por "cambiar" a tu hijo... Primero, cambia tú.

Para amar a los demás hay que amarse también a uno mismo. ¿Qué ha observado tu hijo que ha rechazado de ti?, ¿hay algo que puedas cambiar?, ¿crees poder agradecer a tu hijo por tener confianza en ti, a pesar de lo que él o ella te recrimine, aunque no seas siquiera consciente de que se ha sentido tanto tiempo rechazado?
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Que hacer si tu hijo te dice que es homosexual parte I


¿Qué hacer cuando alguien nos dice "soy gay"?
Atracción al Mismo Sexo
Written by Administrator
Tuesday, 28 September 2010 19:21

Cómo respondas dependerá mucho de tus preconcepciones sobre la homosexualidad y tu relación con la persona en cuestión. Recordarás todo lo que has oído en la radio y visto en la televisión, lo que escriben los diarios y publican las revistas; bien a bien, no sabemos cómo reaccionar ante este bombardeo mediático que ha cobrado forma en una persona a la que amamos.



La homosexualidad ya no es tan sólo una teoría o un tema de interés, sino una realidad cercana. Ya no se trata de las discusiones de sobremesa ni de chismes, sino de una persona a la que queremos y no sabemos cómo ayudar. Es más, ni siquiera estamos seguros de si realmente necesita ayuda o no. Por la razón que sea, ha confiado en ti. Para ti, ¿esta persona es la misma que antes de decirte su secreto?, ¿ha cambiado en algo? Si se ha acercado a ti, es porque quiere que la conozcas de verdad.

Pongámonos en los zapatos de unos papás en esta situación. No entienden cómo pudo suceder que su hijo "sea" homosexual. Inician una larga lista de hipótesis: si los genes se mezclaron de alguna manera distinta; si se trata de un desequilibrio hormonal; si su hijo es simplemente alguien "especial"; si deben de alegrarse, entristecerse o recibir a su hijo como si nada hubiera ocurrido. En el fondo, nuestros padres saben que han amado lo mejor que han podido.

Cuando un hijo le cuenta a sus padres lo que realmente siente, debemos ser concientes del tiempo y valor que le ha tomado a su hijo revelar sus sentimientos homosexuales. Es muy difícil aceptar estos sentimientos y exponerlos, aun con las personas con las que tienen mayor confianza. El tiempo transitado en soledad, silencio, incertidumbre y dolor lo ha marcado profundamente. Ha tenido miedo de lo que pensarían sus padres y los demás si se llegaran a enterar de lo que siente. Tiene una gran necesidad de abrirse y hablar. Quiere cariño, aceptación y aprobación. Ser homosexual ha sido el gran secreto de su vida, y ahora lo sabes. ¿Qué vas a hacer?, ¿ha cambiado la imagen de tu hijo?, ¿romperás tu amistad con él o ella?

Muchos hombres y mujeres con AMS tienen una pareja del mismo sexo con quien desean pasar el resto de su vida. Otros forman parte de la comunidad gay. Algunos viven solteros, mientras otros han guardado en silencio su gran "secreto", se han casado y tienen hijos. Algunos más se han declarado ante sus matrimonios y familia. Otros se han quitado la vida. Repito la pregunta: ¿Qué vas a hacer ahora que lo sabes?

Los padres suelen ser los últimos en enterarse de que su hijo tiene AMS. Los hijos suelen declararse y afirmar su tendencia primero con otros amigos o familiares, para luego, si lo desea, abrirse con sus padres. En el fondo, tienen miedo de ser rechazados o de perder el amor de sus padres, amigos y familiares, de ser maltratados o de ser expulsados del hogar por su tendencia homosexual.

Si eres uno de estos padres, un familiar o algún amigo cercano, comprende por qué le ha tomado tanto tiempo a él o a ella aceptarse a sí mismo. En este momento seguramente no quiere escuchar de razones, sino sencillamente ser amado y comprendido incondicionalmente. Te preguntarás tal vez: ¿Cómo puedo seguir amando a un hijo, amigo o familiar si personalmente estoy en desacuerdo con su identidad homosexual? Aquí empieza tu disposición para comprender qué es la homosexualidad y cómo amar a un ser querido que siente esta tendencia. La decisión de vivir activamente la homosexualidad o esforzarse por un camino de reorientación, habiendo entendido la génesis de la atracción homosexual, con las razones que tenga, es absoluta e indiscutiblemente una cuestión personal.

Si quieres ayudar a una ser querido con AMS, y él o ella ha adoptado una identidad homosexual, entiende su decisión y síguelo amando. La aceptación que no ha encontrado en años la ha encontrado entre compañeros que han pasado por historias parecidas a él o ella. Han sido recibidos por otras personas que no rechazan su homosexualidad. Por otro lado, si deseas ayudar a alguien que se cuestiona el por qué de su orientación sexual, ya sea porque se haya desilusionado en la comunidad gay o porque no está a gusto con su atracción, antes de ayudarle a buscar cualquier opción primero hay que escucharlo. Por ejemplo, en lo que respecta al apoyo psicológico, puede optar por la terapia de afirmación de la homosexualidad o, si ése es su deseo, una terapia de reorientación y afirmación de género. En la primera, se le brindarán las razones y herramientas para que acepte su homosexualidad y decida cómo quiere vivirla; en este escenario la homosexualidad es entendida como una "tercera" preferencia sexual. En la terapia de reorientación se le dirigirá por un camino de aceptación y exploración personal, buscando las razones por las que ha desarrollado la AMS y cómo puede reafirmar su identidad masculina o femenina de acuerdo con sus objetivos personales.

Cuando un ser querido con AMS se acerca a ti, en el trasfondo de su conversación está buscando tu aceptación. Se pregunta si lo aceptarás tal cual es, si todavía lo amas, si lo rechazarás. Tu respuesta es muy importante para él o ella. No te quedes con los brazos cruzados, paralizado. Padres, familiares y amigos, las siguientes palabras están dirigidas a ustedes: su ser querido – hijo, hermano, amigo – los necesita, decida lo que decida, haga lo que haga. Él o ella, con su confesión, acaba de abrir un nuevo capítulo en su propia vida y en la de ustedes. En sus vidas hay vínculos rotos, heridas que sanar y relaciones que mejorar. Su ser querido los invita a entenderle, para poder apoyarle en sus decisiones, sean cuales sean.



PAGINAS RECOMENDADAS:
www.courage-latino.org
www.pathinfo.org
www.narth.org
www.comingoutstraight.com
www.peoplecanchange.com


LIBROS RECOMENDADOS
You dont have be gay
Jeff Conrad

Desires in conflict
Joe Dallas

Coming out straight
Richard Cohen

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Oración por los migrantes

La influencia de los latinos, futuro de la Iglesia en los Estados Unidos
Autor: Zenit.org- El Observador | 2009

Entrevista con el arzobispo de San Antonio Texas, José Gómez sobre el tema de los migrantes y lo que representan para la Iglesia Norteamericana.



El arzobispo de San Antonio, José H. Gómez, expresó a El Observador y Zenit su convicción de que el catolicismo hispano está fecundando a la cultura de los Estados Unidos.

Mexicano de nacimiento (Monterrey, 1951), el arzobispo Gómez fue, anteriormente, obispo auxiliar de Denver. Recién comienza su ministerio en una de las arquidiócesis con mayor concentración de católicos en Estados Unidos; un sitio privilegiado, dice, pues desde ahí se puede extender la convivencia y el respeto a la fe hacia el resto del país.

Trabajador incansable por la fraternidad de los sacerdotes hispanos en la Unión Americana (unos dos mil 300), también ha sido impulsor del seminario de formación de los sacerdotes hispanos en la ciudad de México y, ahora, encabeza el Comité "ad hoc" para la traducción de la Biblia a las comunidades hispanas de Estados Unidos que, en conjunto, son ya la primera minoría del país (con 45 millones de personas).

--¿Está influyendo la inmigración hispana a la cultura y al catolicismo en Estados Unidos?

--Monseñor José H. Gómez: Creo que sí. La presencia de los hispanos en Estados Unidos es un hecho de gran valor para la cultura. De alguna manera, los valores que traen -que traemos-los inmigrantes, están haciendo que la cultura norteamericana vuelva a sus raíces cristianas.

--¿Piensa usted que los valores de los inmigrantes hispanos sean valores que puedan fecundar a la cultura estadounidense?

--Monseñor José H. Gómez: Aquí se ha perdido mucho por el secularismo. Los valores de los inmigrantes son muy básicos, de un catolicismo profundo donde la fe, la familia, las manifestaciones de piedad, todo eso, es parte de nuestra vida diaria.

--¿Podría citar un ejemplo de su arquidiócesis?

--Monseñor José H. Gómez: Todos los Viernes Santos tenemos un viacrucis viviente, como los que hay en México. Y eso es algo inusitado para la cultura de los Estados Unidos, pues asisten más de veinte mil personas por las calles del centro de la ciudad de San Antonio. Es algo impresionante: toda la ciudad está pendiente de lo que pasa ese día... Esa es una manera como a través de prácticas de piedad popular, los inmigrantes ya están influyendo en la cultura de Estados Unidos.

--¿Está la Iglesia católica de Estados Unidos intentando mostrarle a la sociedad que la inmigración es una oportunidad y no un obstáculo para el desarrollo de este país?

--Monseñor José H. Gómez: Absolutamente. Los obispos de Estados Unidos, desde hace muchos años, han dicho que la presencia de los inmigrantes es una gran bendición para la Iglesia. Yo creo que es una realidad. Quizá antes los latinos estaban más localizados en zonas específicas como California, Texas, Florida... Pero ahora ya no; hoy en día se encuentran en todo el país. Y la influencia que ellos tienen en la cultura es profunda, aunque toma tiempo para que esas manifestaciones se hagan realidad. Por lo demás, yo creo que la influencia de los latinos es el futuro de la Iglesia católica de los Estados Unidos.

--¿Qué papel ha de desempeñar la Iglesia en la acogida de los inmigrantes, pues no debemos olvidar que los estados tienen los medios legales para defender sus fronteras y controlar la seguridad interna?

--Monseñor José H. Gómez: La Iglesia católica siempre estará abierta a recibir a los inmigrantes, porque ve en ellos a una persona humana. Cierto que los gobiernos de los estados tienen el derecho de establecer controles de la migración; sin embargo, para la mayoría de los norteamericanos, es evidente que hace falta una verdadera reforma migratoria en la que colabore tanto el gobierno de Estados Unidos como los gobiernos de América Latina.

--Entonces, ¿la Iglesia seguirá actuando como hasta ahora?

--Monseñor José H. Gómez: Sí, y además hay que tener en cuenta que los inmigrantes, normalmente, el primer lugar al que van es la Iglesia. Culturalmente, tienen confianza en la Iglesia y no la tienen en las instituciones gubernamentales o, incluso, en las instituciones sociales. Para nosotros recibirlos, ayudarlos, tratarlos como personas, es básico y eso es lo que creo que todos los obispos de Estados Unidos estamos diciendo.

--Está en curso --y usted encabeza el proyecto-- la traducción de una Biblia para las comunidades hispanas de Estados Unidos: ¿es necesaria? ¿Por qué?

--Monseñor José H. Gómez: Es un proyecto largo --va a tardar como diez años--, muy interesante, que surgió de una iniciativa de monseñor Gabino Zavala (obispo auxiliar de Los Ángeles), y que se está haciendo en conjunto con el CELAM. También, estamos tratando de invitar a los obispos de Canadá. Un poco en el espíritu de «Ecclesia in America» de Juan Pablo II. Queremos que sirva para facilitar la Palabra de Dios a todas las personas de habla hispana en Estados Unidos. Hay que tener en cuenta que en la cultura norteamericana, por su raíz protestante, el uso de la Biblia es prioritario. Es, pues, necesario que les demos la oportunidad a los latinos de conocer la Biblia desde el punto de vista católico y puedan profundizar sus valores de fe y los apliquen a la vida diaria. Desde luego, de lo que se trata es de ayudar a la comunidad hispana en tres aspectos: la catequesis, la oración personal y la liturgia.

--¿Puede ser ésta una forma de ayudar de la Iglesia de América Latina a la Iglesia de Estados Unidos?

--Monseñor José H. Gómez: Absolutamente de acuerdo. En la traducción de la Biblia la mayoría de los traductores son de América Latina. Aunque tenemos que asegurarnos que el lenguaje sea apropiado para los hispanos de Estados Unidos, la aportación de la Iglesia latinoamericana nos dará a nosotros la oportunidad de tener una distribución grande de la Biblia en un lenguaje que puedan entender la comunidad hispana en este país.

--¿Entre Denver y San Antonio hay diferencias o los problemas que presenta el catolicismo hispano son, básicamente, los mismos?

--Monseñor José H. Gómez: Hay muchas diferencias. En Denver hay mucha presencia latina, pero de inmigrantes nuevos; en cambio, en San Antonio existe la tradición católica y hay una mezcla de culturas mucho más profunda. En San Antonio la mayoría de los latinos son perfectamente bilingües. La arquidiócesis de San Antonio es una arquidiócesis muy católica: cerca de 60 por ciento de la población lo es; muy por encima del 20 por ciento que es el promedio de las demás ciudades. En marzo de 2006 vamos a celebrar el 275 aniversario de la catedral de San Fernando, lo que da una idea de las raíces profundas del catolicismo en San Antonio.

--¿Puede ser San Antonio una plataforma para la expansión del catolicismo en la Unión Americana?

--Monseñor José H. Gómez: Sin duda alguna. En San Antonio, la relación entre las culturas, entre la cultura mexicana y la anglosajona, así como con las demás culturas que forman el mosaico de Estados Unidos, la alemana, la polaca, la italiana, ahora la oriental, es impresionante. A través de los años ha habido una colaboración intensa y una aceptación de todos por todo en la arquidiócesis de San Antonio, que no se ve en otras partes del país. Por eso creo que es como un modelo de lo que va a ser la sociedad americana en el futuro.
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Bullying: como actuar cuando mi hijo es el "buller"


VIOLENCIA ENTRE ADULTOS, BULLYING ENTRE NIÑOS Y JÓVENES


Querida Lupita:


Quisiera compartir un testimonio de vida que puede enriquecer a tus lectores. En mi familia tuvimos la experiencia del bullying de la forma en que una madre nunca se espera. Recibí una llamada de la escuela de mi hija para denunciar que ella estaba realizando actos de bullying contra otras compañeras. Puedes imaginar cómo me sentí. El mundo se me venía encima. Mi esposo y yo acudimos a la cita y nos enteraron de la situación. Un grupo de niñas, entre la que estaba la mía con tan solo 6 años de edad, decidieron hablar mal de otro grupito semejante. Los padres de familia que nos vimos afectados tuvimos reacciones muy distintas. Hubo mamás que me llamaban para insultarme, otros lo negaron, otros más solo sobreprotegieron tanto a las víctimas como a las agresoras. Mi esposo y yo asumimos la realidad y platicamos con nuestra hija. Nos dimos cuenta de que ella no era consciente de la gravedad del problema y nos encargamos de que lo hiciera. Con amor la fuimos acompañando en un camino de arrepentimiento sincero. Un año más tarde, ella misma denunció con valentía otro caso de bullying que descubrió en su grupo. Corría riesgo de ser mal vista por sus compañeros pero eligió libremente el respeto y la justicia. Valores que había aprendido con dolor pero que quedaron en su corazón fuertemente adheridos.
He aprendido en Valora Lupita -un apostolado en el que Dios me ha pedido servirle desde hace 12 años- que si los padres de familia aceptamos que no somos perfectos y afrontamos la verdad cuando nuestros hijos fallan, estaremos creciendo juntos.
Con Amor
Marce

Queridísima Marce:


He decidido publicar tu testimonio pues ciertamente será fuente de luz para muchos padres de familia. El bullying es un fenómeno creciente que puede afectar seriamente la autoestima y estabilidad emocional de niños y adolescentes al grado de llevar a algunos de ellos incluso a intentar quitarse la vida. Ciertamente es un tema delicado y actual ante el cual los padres y otras autoridades debemos estar preparados.
Hay bullying cuando una situación de agresión persiste en el tiempo y permanece oculta frente a los adultos. Es una agresióin asimétrica, en donde el agresor es más fuerte, más popular o más grande que la víctima. Existen varios tipos. El bullying verbal implica insultos, humillaciones y amenazas; el físico incluye golpes, zancadillas, patadas, hurtos o maltrato de objetos que son propiedad de la víctima; el psicológico supone gestos de asco, de desprecio, chantajes y; el social abarca actitudes como la exclusión del grupo, la difusión de rumores y calumnias, etc.

Las reacciones comunes de los padres cuando se enteran de que sus hijos son agredidos o agresores generalmente son inadecuadas:
1. Amenazan al agresor fuera de las instalaciones de la escuela
2. Instigan al hijo a que “se defienda” brutalmente
3. Irrumpen en la escuela ocasionando un escándalo
4. Sobreprotegen a la víctima cambiándolo de curso o escuela (sin hacerlos fuertes frente a las situaciones difíciles)
5. Minimizan la importancia del problema, diciendo que es normal y pasará (error)

Es importante saber que más del 25% de los niños que intimidan a otros terminarán teniendo problemas con la justicia en el periodo de la adolescencia. Si no actuamos a tiempo generamos delincuentes.

Pero en tu testimonio nos revelas algunas estrategias que sí dan resultado cuando debemos enfrentar esta problemática:
· Apoyar emocionalmente a tu hijo. Tranquilízalo. Tanto al agresor como al agredido hay que abrazarlos, acogerlos y orientarlos con una actitud calmada, serena.
· Evitar reaccionar con violencia. Enseñemos a nuestros hijos a solucionar los conflictos pacíficamente.
· Conversar con el profesor en una actitud positiva y colaboradora.
· La escuela debe sancionar a los agresores, pero la atención debe ponerse en la FORMACIÓN de valores en los niños.
· Acudir a atención psicológica ya que el niño violento ha aprendido esta conducta en algo que observó a su alrededor: en casa, en otras casas, en un ambiente que frecuenta o a través de los medios de comunicación.

Felicidades por el excelente manejo que hicieron en tu hogar. Tu hija es una triunfadora que ha aprendido de la mano de sus padres y hermanos.

¡Esto es hacer familia!

Lupita Venegas/Psicóloga
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Como comienza una infidelidad

Las 8 precauciones para proteger tu matrimonio de la infidelidad

En un país como España, en que las rupturas aumentan un 10% cada año, más vale blindar nuestras relaciones con inteligencia y prevenir.
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Cada vez es más evidente que nuestra sociedad es especialmente hostil contra el matrimonio. No basta con "quererse". La misma noción de fidelidad y compromiso es sacudida por las prácticas de nuestro entorno y por leyes en las que, como se ha señalado, estamos obligados a mantener nuestro móvil al menos 6 meses mientras que podemos divorciarnos a los 3 meses de casados.

En 2005 hubo en España casi 140.000 rupturas matrimoniales, entre divorcios y separaciones, un 10% más que en el año anterior. En 7 años, de seguir este ritmo, habrá el doble de rupturas.

Lo peor del divorcio es que, como el suicidio, es contagioso. Cuando se han divorciado ya un par de parientes, hermanos, primos cercanos, y nadie parece haberse muerto de ello, es fácil asumirlo como "otra opción". Una pareja joven en crisis cada vez tiene menos ejemplos a los que mirar, ejemplos de matrimonios jóvenes, firmes y alegres.

Peor aún, en nuestra sociedad apresurada hay pocos espacios y acsi ningún tiempo para compartir nuestra intimidad con nuestro cónyuge e incluso con algún amigo o pariente muy cercano. Por eso es especialmente peligroso cuando se presenta la ocasión con alguna persona que empieza a ocupar el espacio que debería ocupar nuestro cónyuge.

"Hay un papá de estar en casa en nuestro vecindario que se ha convertido en mi mejor amigo", le decía una joven madre a Jill Savage, fundadora de Hearts at Home, un servicio para animar a las madres que se quedan en casa a ser cada vez "más profesionales". Jill enseguida se preocupó mientras escuchaba a la entusiasmada madre.

"Vamos juntos con los niños al parque, a comprar, incluso cocinamos juntos una vez al mes; es un gran tipo", decía la mujer. "Es evidente que ella no tenía ni idea del peligro de esta situación aparentemente inofensiva", escribió luego Jill Savage en un artículo. "La historia es siempre la misma: el cónyuge infiel desarrolló una relación que empezó como una inocente amistad, con alguien al que poder hablar, alguien que le escuchaba, que se preocupaba".

En una sociedad especialmente hostil, es importante proteger el matrimonio con una atención especialmente fuerte. "Cada uno es tentado por sus propios deseos que le atraen y seducen; estos deseos, una vez concebidos, engendran el pecado, y el pecado, una vez crecido, engendra la muerte", cita Jill la Carta de Santiago 1, 14-15.

"Necesitamos plantar un seto de protección alrededor de nuestro matrimonio, es decir, tomar decisiones ya, por adelantado, que mantengan la tentación lejos y hagan del matrimonio una prioridad", recomienda Jill como asesora familiar y matrimonial. En concreto, ella recomienda 8 precauciones para proteger la relación.

Precaución 1: Elige sabiamente. Evita pasar tiempo innecesario con alguien del sexo opuesto. Por ejemplo, si buscas un entrenador personal en el gimnasio, elige mejor a alguien del mismo sexo que tú.

Precaución 2: Comparte sabiamente. Si un día te das cuenta de que estás compartiendo con alguien secretos e intimidades sobre ti y tu matrimonio que no ha compartido con tu esposo o que no lo haría, eso es una señal de alerta. Un lío emocional con alguien, incluso si no llega a ser sexual, también puede hacer mucho daño a la relación.

Precaución 3: Procura estar en sitios públicos. Haz el propósito de no citarte a solas con alguien del otro sexo. Si un compañero te invita a comer o a que le acompañes. haz que venga una tercera persona. No titubees en explicarle, si hace falta, que así lo has acordado con tu cónyuge. Puede servir para dar ejemplo.

Precaución 4: No seas inocente. La mayor parte de la gente que termina teniendo un lío no quería tenerlo; la infidelidad empieza como una relación inocente que termina alcanzando una profundidad emocional que cruza la línea de la fidelidad.

Precaución 5: Aumenta tu inversión en hogar. Los matrimonios fuertes se consiguen pasando tiempo juntos, riendo juntos, jugando juntos. Si no tienes citas con tu pareja, planea ya citas para los meses que vienen y haz que pasar tiempo juntos sea una prioridad.

Precaución 6: Presta atención a lo que piensas. Si todo el día estás pensando en los fallos de tu cónyuge, si el tiempo que dedicas a pensar en él o ella se centra en defectos y reproches, es fácil que cualquier otra persona pueda parecerte mejor y te atraiga. Haz una lista por escrito de los puntos fuertes que inicialmente te atrajeron de tu pareja. Aumenta el animar y apoyar y disminuye las críticas.

Precaución 7: No juegues a comparar. Todos tenemos malas costumbres, manías y errores. Es muy tramposo comparar a tu esposa o esposo con un nuevo conocido, porque al recién llegado no lo estamos viendo en el mundo real, en el mundo de compartir techo, cuidar niños a las tres de la mañana, cuadrar cuentas, etc...

Precaución 8: Busca ayuda. Buscar ayuda es un signo de fortaleza, no de debilidad. Busca ayuda quien está dispuesta a presentar batalla, es un primer paso de fuerza. Un terapeuta familiar cristiano, un buen consejero, etc... te darán una perspectiva serena, valiosa, para establecer nuevas estrategias para proteger o defender o reconstruir tu matrimonio.

Estos consejos, publicados en Christianity Today (verano 2006, Vol. 23, n2, pág. 42) son de Jill Savage ( www.jillsavage.org ), fundadora de www.hearts-at-home.org
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Cuando ella es infiel


Infidelidad conyugal
J.A.F.

La vida misma:
Fernanda acude al confesonario donde se encuentra don Pedro; éste advierte enseguida que tiene poca formación y que quiere hablar y desahogarse, más que confesarse. Le cuenta, entre lágrimas, que ha descubierto que su esposo, Luis, le ha sido infiel: él mismo lo ha reconocido al saber que Fernanda había escuchado una conversación con la otra mujer. Fernanda comenta que no sabe qué hacer: está pensando pedir la separación, pero teme los comentarios a que daría lugar y el daño para sus dos hijos, de 10 y de 7 años. Dice que Luis le ha pedido perdón y no se quiere separar, pero que ella ya no se fía de su sinceridad.


A través de algunas preguntas, don Pedro se entera de que Fernanda tiene cerca de 40 años, que contrajeron matrimonio hace unos 15, y que su posición económica y social es alta: Luis es un hombre muy activo, manager de una empresa donde tiene como secretaria a Rita, la otra mujer, soltera y bastante más joven que Fernanda.
Al hablar sobre la práctica religiosa, Fernanda dice que van a misa algunos domingos al año, y que cuando visitan a sus padres, que son muy practicantes, ella acompaña a su madre a la iglesia y alguna vez se ha confesado de faltas pequeñas. Don Pedro le pregunta si no le hubiera gustado tener más hijos, y entonces viene a saber que su conducta matrimonial es muy desarreglada, aunque Fernanda no parece darle importancia. Ya antes de casarse habían vivido juntos, y después han usado habitualmente métodos anticonceptivos. Llevan una intensa vida social, y en su ambiente no es normal tener más hijos. A ella le hubiera gustado tener uno más, pero ahora se da cuenta de que hubiera sido peor
Don Pedro se da cuenta de que Fernanda sigue queriendo a su marido, e intuye que también él desea salvar el matrimonio: su actuación parece haber sido producto de ligereza en el trato con la secretaria, ayudada por la tensión de trabajo y la frivolidad del ambiente en el que se mueven, donde estas cosas se llaman "aventuras". Ahora Luis está asustado de las consecuencias que puede tener.
Para no prolongar más la confesión, don Pedro da algunos consejos a Fernanda, con el fin de prepararla a recibir la absolución y le dice:
Don Pedro se da cuenta de que Fernanda sigue queriendo a su marido, e intuye que también él desea salvar el matrimonio: su actuación parece haber sido producto de ligereza en el trato con la secretaria, ayudada por la tensión de trabajo y la frivolidad del ambiente en el que se mueven, donde estas cosas se llaman "aventuras". Ahora Luis está asustado de las consecuencias que puede tener.
Para no prolongar más la confesión, don Pedro da algunos consejos a Fernanda, con el fin de prepararla a recibir la absolución y le dice:
a) lo primero es que ella pida perdón a Dios por sus pecados y haga el propósito de cambiar;
b) que dentro de su alma debe perdonar a su marido, como Dios la perdona a ella;
c) que ha de comenzar a rezar, a pedir ayuda a Dios, a asistir a Misa todos los domingos, a cumplir sus deberes de madre sacrificando su comodidad para formarles y darles buen ejemplo, etc.;
d) que ha de cumplir sus deberes de esposa, y que el principal es acercar a Dios a su marido, más aún teniendo en cuenta que hasta ahora ha contribuido en cierta medida a que se apartara de Él;
e) que hay que hacer lo posible para que su esposo deje de ver a la otra mujer: si es necesario, tendrá que cambiar de trabajo, o hacer que cambie esa persona; si su esposo dudara, debe mostrarse firme; si logra acercarle a la confesión, también ahí se lo exigirán claramente;
f) que no tiene el estricto deber de reanudar la vida conyugal, pero que es muy aconsejable que lo haga, por amor a Dios y por el bien de su esposo y de sus hijos, renunciando a la posibilidad de separarse;
g) que en la vida conyugal no debe impedir que vengan otros hijos usando medios anticonceptivos; al contrario, puesto que es muy posible superar la situación, sería muy bueno que los pidiera a Dios.

Fernanda asiente sinceramente a todo, y don Pedro, después de recordarle que este paso es muy importante, pero sólo el primero de un camino de vida cristiana que tiene que recorrer, le da la absolución.

Interrogantes:

1º) Sobre la separación matrimonial por causa de adulterio, y la reanudación de la vida conyugal.
2º) Comentario sobre los consejos del confesor, u otros posibles.

Así es la vida
Cuestión 1.
Sobre la separación matrimonial por causa de adulterio, y la reanudación de la vida conyugal.
El pecado de adulterio y sus consecuencias, morales y jurídicas, ha sido ampliamente considerado desde el tiempo de los Padres de la Iglesia. La autoridad de la Iglesia, en diversos momentos, ha señalado que entre las consecuencias de ese pecado está el derecho que asiste al cónyuge inocente de pedir la separación matrimonial. Es el adulterio la única causa que podría justificar una separación perpetua entre los cónyuges, si bien el cónyuge inocente retiene el derecho a reanudar la vida conyugal, con lo cual renacerá el derecho y la obligación extinguidas.
En la actualidad el canon 1152 considera ampliamente esa situación. En primer lugar establece lo siguiente: "se recomienda encarecidamente que el cónyuge, movido por la caridad cristiana y teniendo presente el bien de la familia, no niegue el perdón a la comparte adúltera ni interrumpa la vida matrimonial...". Esto supone que se debe hacer todo lo posible para obtener el perdón por parte de la víctima en aras a la caridad cristiana y al bien de la familia. Pero en la norma de la Iglesia también se indica que, de todas formas, al cónyuge inocente le asiste el derecho "a romper la convivencia conyugal" siempre que en el caso se cumplan las determinaciones que establece el canon.
a) La caridad, por tanto, recomienda que el cónyuge inocente perdone, disculpe, y sea causa de que quien es culpable pueda rectificar y reiniciar una vida matrimonial según la verdadera justicia y amor. Es este medio el primero y fundamental que deben intentar lograr quienes tengan que asesorar, tanto en el fuero interno (confesión y dirección espiritual) como en el fuero externo.
b) La razón que explica el derecho del cónyuge inocente a separarse depende –según señala Hervada– de que el adulterio supone un atentado directo contra el cónyuge inocente, equivaliendo a negarle como cónyuge. El ius in corpus, tropieza en el cónyuge culpable, para que pueda usar de su derecho, con el óbice la oposición justificada del otro cónyuge.
c) El canon también establece que el cónyuge que pretende separarse por ese motivo, no tendría el derecho a hacerlo si "hubiera consentido en el adulterio, o hubiera sido causa del mismo, o él hubiera también cometido adulterio".
d) También se impide la separación perpetua entre los cónyuges por causa de adulterio en cuanto medie condonación o perdón otorgado por el cónyuge ofendido. Esta condonación puede ser expresa, tácita o presunta (cfr c. 1152 §§ 2 y 3). "La condonación tácita" se verifica "si el cónyuge inocente, después de haberse cerciorado del adulterio, prosigue espontáneamente en el trato marital con el otro cónyuge (...) la condonación se presume si durante seis meses continúa la convivencia conyugal, sin haber recurrido a la autoridad eclesiástica o civil" (c. 1152 § 2). Es muy de alabar que el cónyuge inocente admita al otro a la vida conyugal; "y en ese caso, renuncia al derecho de separarse".(c. 1155).
e) Si un fiel, después de que su cónyuge ha cometido adulterio, llega a un confesor, o llega a alguien en el fuero externo, diciendo que ya ha roto la convivencia matrimonial por esa causa, el consejo que se le debe dar según recomienda la caridad es que intente reiniciar la convivencia perdonando la culpa. Además se le debe advertir que, según exige la justicia, no puede tomar la decisión de separarse sin más, pues la Iglesia indica que "debe proponer en el plazo de seis meses causa de separación ante la autoridad eclesiástica competente". La autoridad de la Iglesia, una vez planteada formalmente la separación volverá a considerar "si es posible mover al cónyuge inocente a que perdone la culpa y no se separe para siempre" (c. 1152 § 3).
f) La Iglesia, con tal que no se prevea que las sentencias ante tribunales civiles sean contrarias al Derecho divino, reconoce la posibilidad de acudir al fuero civil (cfr c. 1692 § 2). En España, en la actualidad, es el Estado el que asume el conocimiento de las causas de separación (Acuerdo 3.I.77), lo que implica que, en la práctica –y sobre todo por la necesidad de que exista un reconocimiento de efectos civiles–, la tramitación canónica de estas causas sea puramente excepcional.

Cuestión 2.
Comentario sobre los consejos del confesor, u otros posibles.
Todos los consejos del confesor son oportunos y, sobre todo, eficaces pues consiguen no sólo que se evite la ruptura de la convivencia conyugal, sino que la penitente inicie un verdadero camino de conversión. 
Normalmente no se podrán dar tantos y tan detallados consejos, y normalmente tampoco habrá que entrar en particulares distinciones normativas, pero eso no debe impedir que los confesores tengan el conocimiento necesario sobre una cuestión que, con facilidad, se hurta de la responsabilidad eclesial y se reconduce sin más ante abogados y tribunales civiles. En estos casos no es extraño que los cónyuges que quieren separarse encuentren rápidos apoyos en el entorno social, y lo que es peor que muchas de esas situaciones acaben siendo reconducidas como casos de divorcio.
Para las situaciones en las que el cónyuge inocente resuelva definitivamente por la separación, se debe recordar que en la elección de abogados se debe optar por profesionales respetuosos con la moral cristiana y las normas de la Iglesia sobre separación (cfr. c. 1692). En estos casos también puede ser oportuno explicar la diferencia que existe entre separación y divorcio.
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Elige tus reacciones como eliges tus calcetines


Manejo de la Ira — Las Raíces de la Ira
Tú puedes aprender técnicas para el manejo de la ira, sin importar el origen de la misma. Admitir el hecho de que tu ira está fuera de control resulta esencial al atacar el problema. La ira excesiva puede ser causada por problemas de salud, asuntos familiares, abuso de alcohol y drogas, desesperación financiera, temor o estrés extremos y vacío espiritual. La ira descontrolada puede terminar en problemas adicionales para tu vida. ¡Pero tú puedes controlar tu ira! Controlar tu ira es una decisión que tú puedes tomar.


Manejo de la Ira — Efectos
La ira descontrolada tiene efectos emocionales y físicos a largo plazo en nuestro cuerpo.
• Efectos Físicos: La ira causa daño, aumenta la secreción de adrenalina, presión alta e incrementa el ritmo cardíaco; probablemente produciendo derrames y ataques al corazón.
• Efectos Emocionales: la ira crea una intensa culpa, sentimiento s de fracaso, depresión, agitación constante, furia violenta y posiblemente suicidio.
Manejo de la Ira — Opciones
La ira es una emoción muy fuerte. La ira descontrolada es un patrón de vida. No es fácil superar la ira, se requiere un compromiso determinado. Se requiere honradez, valentía y una increíble fuerza interior. También se requiere ayuda de otros. Para superar la ira, estos pasos son importantes:
• Determina de manera conciente estar calmado. No reacciones, ¡piensa! Recuerda tus objetivos y responde apropiadamente. ¡Elige permanecer calmado!
• Comunícate: Cuando alguien te molesta, déjaselo saber. Habla tranquilamente con la persona sobre cómo te sientes en referencia a sus palabras y acciones. Aprende a expresarte mejor, con claridad y compostura. ¡Elige!
• Retírate de la escena hasta que puedas responder sin ira: No tendrás éxito de la noche a la mañana. Da un paso a la vez, un día a la vez. Recuerda relajarte. Ejercicios de relajación o música pueden ser útiles. Mantén en mente que puedes acudir a alguien de confianza por ayuda. ¡Elige!
• Toma frecuentemente tiempo para ti: Haz algo que disfrutes, como caminar en el parque, nadar, leer la Biblia, ver una buena y relajada película. Haz algo bonito por alguien a quien admires. Está bien sentirse bien con uno mismo. ¡Elige!
• Mira el lado positivo: No te hundas en lo negativo. “No te ahogues en un vaso de agua”. Aprende a perdonar. Es difícil, pero necesitamos empezar por aprender a perdonarnos a nosotros mismos.
Manejo de la Ira — Obtén la Perfecta Paz
Una persona que tiene problemas para controlar su ira no es una mala persona. No es una desgracia admitir que tenemos un problema y buscar ayuda externa. La paz y la solución a los problemas de la vida solo pueden ser encontrados en Dios. Hay muchos versículos de la Biblia que tratan específicamente la ira y sus implicaciones. Necesitas orar por fortaleza y autocontrol para disfrutar la vida en contentamiento y gozo. También necesitas orar a Dios para que retire la oscuridad de la ira que te controla. ¡Elige! “Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía” (Isaías 26:3-4)
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Perdonar, yo?


Aprender a perdonar
Jutta Burggraf.
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Todos hemos sufrido alguna vez injusticias y humillaciones; algunos tienen que soportar diariamente torturas, no sólo en una cárcel, sino también en un puesto de trabajo o en el entorno familiar. Es cierto que nadie puede hacernos tanto daño como los que debieran amarnos. "El único dolor que destruye más que el hierro es la injusticia que procede de nuestros familiares," dicen los árabes.

¿Cómo reaccionamos ante un mal que alguien nos ha ocasionado con cierta intencionalidad? Normalmente, desearíamos espontáneamente pegar a los que nos han pegado, o hablar mal de los que han hablado mal de nosotros. Pero esta actuación es como un bumerán: nos daña a nosotros mismos. Es una pena gastar las energías en enfados, recelos, rencores o desesperación; y quizá es más triste aún cuando una persona se endurece para no sufrir más.

Sólo en el perdón brota nueva vida. Por esto es tan importante educar en el "arte" de practicarlo.
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I. ¿Qué quiere decir "perdonar"?

¿Qué es el perdón? ¿Qué hago cuando digo a una persona: "Te perdono"? Es evidente que reacciono ante un mal que alguien me ha hecho; actúo, además, con libertad; no olvido simplemente la injusticia, sino que renuncio a la venganza y quiero, a pesar de todo, lo mejor para el otro. Vamos a considerar estos diversos elementos con más detenimiento.

1. Reaccionar ante un mal

En primer lugar, ha de tratarse realmente de un mal para el conjunto de mi vida. Si un cirujano me quita un brazo que está peligrosamente infectado, puedo sentir dolor y tristeza, incluso puedo montar en cólera contra el médico. Pero no tengo que perdonarle nada, porque me ha hecho un gran bien: me ha salvado la vida. Situaciones semejantes pueden darse en la educación. No todo lo que parece mal a un niño es nocivo para él. Los buenos padres no conceden a sus hijos todos los caprichos que ellos piden; los forman en la fortaleza. Una maestra me dijo en una ocasión: "No me importa lo que mis alumnos piensan hoy sobre mí. Lo importante es lo que piensen dentro de veinte años." El perdón sólo tiene sentido, cuando alguien ha recibido un daño objetivo de otro.

Por otro lado, perdonar no consiste, de ninguna manera, en no querer ver este daño, en colorearlo o disimularlo. Algunos pasan de largo las injurias con las que les tratan sus colegas o sus cónyuges, porque intentan eludir todo conflicto; buscan la paz a cualquier precio y pretenden vivir continuamente en un ambiente armonioso. Parece que todo les diera lo mismo. "No importa" si los otros no les dicen la verdad; "no importa" cuando los utilizan como meros objetos para conseguir unos fines egoístas; "no importan" tampoco el fraude o el adulterio. Esta actitud es peligrosa, porque puede llevar a una completa ceguera ante los valores. La indignación e incluso la ira son reacciones normales y hasta necesarias en ciertas situaciones. Quien perdona, no cierra los ojos ante el mal; no niega que existe objetivamente una injusticia. Si lo negara, no tendría nada que perdona [1] .

Si uno se acostumbra a callarlo todo, tal vez pueda gozar durante un tiempo de una aparente paz; pero pagará finalmente un precio muy alto por ella, pues renuncia a la libertad de ser él mismo. Esconde y sepulta sus frustraciones en lo más profundo de su corazón, detrás de una muralla gruesa, que levanta para protegerse. Y ni siquiera se da cuenta de su falta de autenticidad. Es normal que una injusticia nos duela y deje una herida. Si no queremos verla, no podemos sanarla. Entonces estamos permanentemente huyendo de la propia intimidad (es decir, de nosotros mismos); y el dolor nos carcome lenta e irremediablemente. Algunos realizan un viaje alrededor del mundo, otros se mudan de ciudad. Pero no pueden huir del sufrimiento. Todo dolor negado retorna por la puerta trasera, permanece largo tiempo como una experiencia traumática y puede ser la causa de heridas perdurables. Un dolor oculto puede conducir, en ciertos casos, a que una persona se vuelva agria, obsesiva, medrosa, nerviosa o insensible, o que rechace la amistad, o que tenga pesadillas. Sin que uno lo quiera, tarde o temprano, reaparecen los recuerdos. Al final, muchos se dan cuenta de que tal vez, habría sido mejor, hacer frente directa y conscientemente a la experiencia del dolor. Afrontar un sufrimiento de manera adecuada es la clave para conseguir la paz interior.

2. Actuar con libertad

El acto de perdonar es un asunto libre. Es la única reacción que no re–actúa simplemente, según el conocido principio "ojo por ojo, diente por diente" [2] . El odio provoca la violencia, y la violencia justifica el odio. Cuando perdono, pongo fin a este círculo vicioso; impido que la reacción en cadena siga su curso. Entonces libero al otro, que ya no está sujeto al proceso iniciado. Pero, en primer lugar, me libero a mí mismo. Estoy dispuesto a desatarme de los enfados y rencores. No estoy "re–accionando", de modo automático, sino que pongo un nuevo comienzo, también en mí.

Superar las ofensas, es una tarea sumamente importante, porque el odio y la venganza envenenan la vida. El filósofo Max Scheler afirma que una persona resentida se intoxica a sí misma [3] . El otro le ha herido; de ahí no se mueve. Ahí se recluye, se instala y se encapsula. Queda atrapada en el pasado. Da pábulo a su rencor con repeticiones y más repeticiones del mismo acontecimiento. De este modo arruina su vida.

Los resentimientos hacen que las heridas se infecten en nuestro interior y ejerzan su influjo pesado y devastador, creando una especie de malestar y de insatisfacción generales. En consecuencia, uno no se siente a gusto en su propia piel. Pero, si no se encuentra a gusto consigo mismo, entonces no se encuentra a gusto en ningún lugar. Los recuerdos amargos pueden encender siempre de nuevo la cólera y la tristeza, pueden llevar a depresiones. Un refrán chino dice: "El que busca venganza debe cavar dos fosas."

En su libro Mi primera amiga blanca, una periodista norteamericana de color describe cómo la opresión que su pueblo había sufrido en Estados Unidos le llevó en su juventud a odiar a los blancos, "porque han linchado y mentido, nos han cogido prisioneros, envenenado y eliminado" [4] . La autora confiesa que, después de algún tiempo, llegó a reconocer que su odio, por muy comprensible que fuera, estaba destruyendo su identidad y su dignidad. Le cegaba, por ejemplo, ante los gestos de amistad que una chica blanca le mostraba en el colegio. Poco a poco descubrió que, en vez de esperar que los blancos pidieran perdón por sus injusticias, ella tenía que pedir perdón por su propio odio y por su incapacidad de mirar a un blanco como a una persona, en vez de hacerlo como a un miembro de una raza de opresores. Encontró el enemigo en su propio interior, formado por los prejuicios y rencores que le impedían ser feliz.

Las heridas no curadas pueden reducir enormemente nuestra libertad. Pueden dar origen a reacciones desproporcionadas y violentas, que nos sorprendan a nosotros mismos. Una persona herida, hiere a los demás. Y, como muchas veces oculta su corazón detrás de una coraza, puede parecer dura, inaccesible e intratable. En realidad, no es así. Sólo necesita defenderse. Parece dura, pero es insegura; está atormentada por malas experiencias.

Hace falta descubrir las llagas para poder limpiarlas y curarlas. Poner orden en el propio interior, puede ser un paso para hacer posible el perdón. Pero este paso es sumamente difícil y, en ocasiones, no conseguimos darlo. Podemos renunciar a la venganza, pero no al dolor. Aquí se ve claramente que el perdón, aunque está estrechamente unido a vivencias afectivas, no es un sentimiento. Es un acto de la voluntad que no se reduce a nuestro estado psíquico [5] . Se puede perdonar llorando.

Cuando una persona ha realizado este acto eminentemente libre, el sufrimiento pierde ordinariamente su amargura, y puede ser que desaparezca con el tiempo. "Las heridas se cambian en perlas," dice Santa Hildegarda de Bingen.

3. Recordar el pasado

Es una ley natural que el tiempo "cura" algunas llagas. No las cierra de verdad, pero las hace olvidar. Algunos hablan de la "caducidad de nuestras emociones" [6] . Llegará un momento en que una persona no pueda llorar más, ni sentirse ya herida. Esto no es una señal de que haya perdonado a su agresor, sino que tiene ciertas "ganas de vivir". Un determinado estado psíquico –por intenso que sea– de ordinario no puede convertirse en permanente. A este estado sigue un lento proceso de desprendimiento, pues la vida continúa. No podemos quedarnos siempre ahí, como pegados al pasado, perpetuando en nosotros el daño sufrido. Si permanecemos en el dolor, bloqueamos el ritmo de la naturaleza.

La memoria puede ser un cultivo de frustraciones. La capacidad de desatarse y de olvidar, por tanto, es importante para el ser humano, pero no tiene nada que ver con la actitud de perdonar. Ésta no consiste simplemente en "borrón y cuenta nueva". Exige recuperar la verdad de la ofensa y de la justicia, que muchas veces pretende camuflarse o distorsionarse. El mal hecho debe ser reconocido y, en lo posible, reparado.

Hace falta "purificar la memoria". Una memoria sana puede convertirse en maestra de vida. Si vivo en paz con mi pasado, puedo aprender mucho de los acontecimientos que he vivido. Recuerdo las injusticias pasadas para que no se repitan, y las recuerdo como perdonadas.

4. Renunciar a la venganza

Como el perdón expresa nuestra libertad, también es posible negar al otro este don. El judío Simon Wiesenthal cuenta en uno de sus libros de sus experiencias en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Un día, una enfermera se acercó a él y le pidió seguirle. Le llevó a una habitación donde se encontraba un joven oficial de la SS que estaba muriéndose. Este oficial contó su vida al preso judío: habló de su familia, de su formación, y cómo llegó a ser un colaborador de Hitler. Le pesaba sobre todo un crimen en el que había participado: en una ocasión, los soldados a su mando habían encerrado a 300 judíos en una casa, y habían quemado la casa; todos murieron. "Sé que es horrible –dijo el oficial–. Durante las largas noches, en las que estoy esperando mi muerte, siento la gran urgencia de hablar con un judío sobre esto y pedirle perdón de todo corazón." Wiesenthal concluye su relato diciendo: "De pronto comprendí, y sin decir ni una sola palabra, salí de la habitación" [7] . Otro judío añade: "No, no he perdonado a ninguno de los culpables, ni estoy dispuesto ahora ni nunca a perdonar a ninguno" [8] .

Perdonar significa renunciar a la venganza y al odio. Existen, por otro lado, personas que no se sienten nunca heridas. No es que no quieran ver el mal y repriman el dolor, sino todo lo contrario: perciben las injusticias objetivamente, con suma claridad, pero no dejan que ellas les molesten. "Aunque nos maten, no pueden hacernos ningún daño," es uno de sus lemas [9] . Han logrado un férreo dominio de sí mismos, parecen de una ironía insensible. Se sienten superiores a los demás hombres y mantienen interiormente una distancia tan grande hacia ellos que nadie puede tocar su corazón. Como nada les afecta, no reprochan nada a sus opresores. ¿Qué le importa a la luna que un perro le ladre? Es la actitud de los estoicos y quizá también de algunos "gurus" asiáticos que viven solitarios en su "magnanimidad". No se dignan mirar siquiera a quienes "absuelven" sin ningún esfuerzo. No perciben la existencia del "pulgón".

El problema consiste en que, en este caso, no hay ninguna relación interpersonal. No se quiere sufrir y, por tanto, se renuncia al amor. Una persona que ama, siempre se hace pequeña y vulnerable. Se encuentra cerca a los demás. Es más humano amar y sufrir mucho a lo largo de la vida, que adoptar una actitud distante y superior a los otros. Cuando a alguien nunca le duele la actuación de otro, es superfluo el perdón. Falta la ofensa, y falta el ofendido.

5. Mirar al agresor en su dignidad personal

El perdón comienza cuando, gracias a una fuerza nueva, una persona rechaza todo tipo de venganza. No habla de los demás desde sus experiencias dolorosas, evita juzgarlos y desvalorizarlos, y está dispuesta a escucharles con un corazón abierto.

El secreto consiste en no identificar al agresor con su obra [10] . Todo ser humano es más grande que su culpa. Un ejemplo elocuente nos da Albert Camus, que se dirige en una carta pública a los nazis y habla de los crímenes cometidos en Francia: "Y a pesar de ustedes, les seguiré llamando hombres… Nos esforzamos en respetar en ustedes lo que ustedes no respetaban en los demás" [11] . Cada persona está por encima de sus peores errores.

Hace pensar una anécdota que se cuenta de un general del siglo XIX. Cuando éste se encontraba en su lecho de muerte, un sacerdote le preguntó si perdonaba a sus enemigos. "No es posible –respondió el general–. Les he mandado ejecutar a todos" [12] .

El perdón del que hablamos aquí no consiste en saldar un castigo, sino que es, ante todo, una actitud interior. Significa vivir en paz con los recuerdos y no perder el aprecio a ninguna persona. Se puede considerar también a un difunto en su dignidad personal. Nadie está totalmente corrompido; en cada uno brilla una luz.

Al perdonar, decimos a alguien: "No, tú no eres así. ¡Sé quien eres! En realidad eres mucho mejor." Queremos todo el bien posible para el otro, su pleno desarrollo, su dicha profunda, y nos esforzamos por quererlo desde el fondo del corazón, con gran sinceridad.

II. ¿Qué actitudes nos disponen a perdonar?

Después de aclarar, en grandes líneas, en qué consiste el perdón, vamos a considerar algunas actitudes que nos disponen a realizar este acto que nos libera a nosotros y también libera a los demás.

1. Amor

Perdonar es amar intensamente. El verbo latín per–donare lo expresa con mucha claridad: el prefijo per intensifica el verbo que acompaña, donare. Es dar abundantemente, entregarse hasta el extremo. El poeta Werner Bergengruen ha dicho que el amor se prueba en la fidelidad, y se completa en el perdón.

Sin embargo, cuando alguien nos ha ofendido gravemente, el amor apenas es posible. Es necesario, en un primer paso, separarnos de algún modo del agresor, aunque sea sólo interiormente. Mientras el cuchillo está en la herida, la herida nunca se cerrará. Hace falta retirar el cuchillo, adquirir distancia del otro; sólo entonces podemos ver su rostro. Un cierto desprendimiento es condición previa para poder perdonar de todo corazón, y dar al otro el amor que necesita.

Una persona sólo puede vivir y desarrollarse sanamente, cuando es aceptada tal como es, cuando alguien la quiere verdaderamente, y le dice: "Es bueno que existas" [13] ). Hace falta no sólo "estar aquí", en la tierra, sino que hace falta la confirmación en el ser para sentirse a gusto en el mundo, para que sea posible adquirir una cierta estimación propia y ser capaz de relacionarse con otros en amistad. En este sentido se ha dicho que el amor continúa y perfecciona la obra de la creación [14] .

Amar a una persona quiere decir hacerle consciente de su propio valor, de su propia belleza. Una persona amada es una persona aprobada, que puede responder al otro con toda verdad: "Te necesito para ser yo mismo."

Si no perdono al otro, de alguna manera le quito el espacio para vivir y desarrollarse sanamente. Éste se aleja, en consecuencia, cada vez más de su ideal y de su autorrealización. En otras palabras, le mato, en sentido espiritual. Se puede matar, realmente, a una persona con palabras injustas y duras, con pensamientos malos o, sencillamente, negando el perdón. El otro puede ponerse entonces triste, pasivo y amargo. Kierkegaard habla de la "desesperación de aquel que, desesperadamente, quiere ser él mismo", y no llega a serlo, porque los otros lo impiden [15] .

Cuando, en cambio, concedemos el perdón, ayudamos al otro a volver a la propia identidad, a vivir con una nueva libertad y con una felicidad más honda.

2. Comprensión

Es preciso comprender que cada uno necesita más amor que "merece"; cada uno es más vulnerable de lo que parece; y todos somos débiles y podemos cansarnos. Perdonar es tener la firme convicción de que en cada persona, detrás de todo el mal, hay un ser humano vulnerable y capaz de cambiar. Significa creer en la posibilidad de transformación y de evolución de los demás.

Si una persona no perdona, puede ser que tome a los demás demasiado en serio, que exija demasiado de ellos. Pero "tomar a un hombre perfectamente en serio, significa destruirle," advierte el filósofo Robert Spaemann [16] . Todos somos débiles y fallamos con frecuencia. Y, muchas veces, no somos conscientes de las consecuencias de nuestros actos: "no sabemos lo que hacemos" [17] . Cuando, por ejemplo, una persona está enfadada, grita cosas que, en el fondo, no piensa ni quiere decir. Si la tomo completamente en serio, cada minuto del día, y me pongo a "analizar" lo que ha dicho cuando estaba rabiosa, puedo causar conflictos sin fin. Si lleváramos la cuenta de todos los fallos de una persona, acabaríamos transformando en un monstruo, hasta al ser más encantador.

Tenemos que creer en las capacidades del otro y dárselo a entender. A veces, impresiona ver cuánto puede transformarse una persona, si se le da confianza; cómo cambia, si se le trata según la idea perfeccionada que se tiene de ella. Hay muchas personas que saben animar a los otros a ser mejores. Les comunican la seguridad de que hay mucho bueno y bello dentro de ellos, a pesar de todos sus errores y caídas. Actúan según lo que dice la sabiduría popular: "Si quieres que el otro sea bueno, trátale como si ya lo fuese."

3. Generosidad

Perdonar exige un corazón misericordioso y generoso. Significa ir más allá de la justicia. Hay situaciones tan complejas en las que la mera justicia es imposible. Si se ha robado, se devuelve; si se ha roto, se arregla o sustituye. ¿Pero si alguien pierde un órgano, un familiar o un buen amigo? Es imposible restituirlo con la justicia. Precisamente ahí, donde el castigo no cubre nunca la pérdida, es donde tiene espacio el perdón.

El perdón no anula el derecho, pero lo excede infinitamente. Es por naturaleza incondicional, ya que es un don gratuito del amor, un don siempre inmerecido. Esto significa que el que perdona no exige nada a su agresor, ni siquiera que le duela lo que ha hecho. Antes, mucho antes que el agresor busca la reconciliación, el que ama ya le ha perdonado.

El arrepentimiento del otro no es una condición necesaria para el perdón, aunque sí es conveniente. Es, ciertamente, mucho más fácil perdonar cuando el otro pide perdón. Pero a veces hace falta comprender que en los que obran mal hay bloqueos, que les impiden admitir su culpabilidad.

Hay un modo "impuro" de perdonar [18] , cuando se hace con cálculos, especulaciones y metas: "Te perdono para que te des cuenta de la barbaridad que has hecho; te perdono para que mejores." Pueden ser fines educativos loables, pero en este caso no se trata del perdón verdadero que se concede sin ninguna condición, al igual que el amor auténtico: "Te perdono porque te quiero –a pesar de todo."

Puedo perdonar al otro incluso sin dárselo a entender, en el caso de que no entendería nada. Es un regalo que le hago, aunque no se entera, o aunque no sabe por qué.

4. Humildad

Hace falta prudencia y delicadeza para ver cómo mostrar al otro el perdón. En ocasiones, no es aconsejable hacerlo enseguida, cuando la otra persona está todavía agitada. Puede parecerle como una venganza sublime, puede humillarla y enfadarla aún más. En efecto, la oferta de la reconciliación puede tener carácter de una acusación. Puede ocultar una actitud farisaica: quiero demostrar que tengo razón y que soy generoso. Lo que impide entonces llegar a la paz, no es la obstinación del otro, sino mi propia arrogancia.

Por otro lado, es siempre un riesgo ofrecer el perdón, pues este gesto no asegura su recepción y puede molestar al agresor en cualquier momento. "Cuando uno perdona, se abandona al otro, a su poder, se expone a lo que imprevisiblemente puede hacer y se le da libertad de ofender y herir (de nuevo)" [19] . Aquí se ve que hace falta humildad para buscar la reconciliación.

Cuando se den las circunstancias –quizá después de un largo tiempo– conviene tener una conversación con el otro. En ella se pueden dar a conocer los propios motivos y razones, el propio punto de vista; y se debe escuchar atentamente los argumentos del otro. Es importante escuchar hasta el final, y esforzarse por captar también las palabras que el otro no dice. De vez en cuando es necesario "cambiar la silla", al menos mentalmente, y tratar de ver el mundo desde la perspectiva del otro.

El perdón es un acto de fuerza interior, pero no de voluntad de poder. Es humilde y respetuoso con el otro. No quiere dominar o humillarle. Para que sea verdadero y "puro", la víctima debe evitar hasta la menor señal de una "superioridad moral" que, en principio, no existe; al menos no somos nosotros los que podemos ni debemos juzgar acerca de lo que se esconde en el corazón de los otros. Hay que evitar que en las conversaciones se acuse al agresor siempre de nuevo. Quien demuestra la propia irreprochabilidad, no ofrece realmente el perdón. Enfurecerse por la culpa de otro puede conducir con gran facilidad a la represión de la culpa de uno mismo. Debemos perdonar como pecadores que somos, no como justos, por lo que el perdón es más para compartir que para conceder.

Todos necesitamos el perdón, porque todos hacemos daño a los demás, aunque algunas veces quizá no nos demos cuenta. Necesitamos el perdón para deshacer los nudos del pasado y comenzar de nuevo. Es importante que cada uno reconozca la propia flaqueza, los propios fallos –que, a lo mejor, han llevado al otro a un comportamiento desviado–, y no dude en pedir, a su vez, perdón al otro.

III. Reflexión final

Hemos hablado de una labor interior auténtica y dura. No podemos negar que la exigencia del perdón llega en ciertos casos al límite de nuestras fuerzas. ¿Se puede perdonar cuando el opresor no se arrepiente en absoluto, sino que incluso insulta a su víctima y cree haber obrado correctamente? ¿Puede una madre perdonar jamás al asesino de su hijo? Podemos perdonar, por lo menos, a una persona que nos ha dejado completamente en ridículo ante los demás, que nos ha quitado la libertad o la dignidad, que nos ha engañado, difamado o destruido algo que para nosotros era muy importante? Quizá nunca será posible perdonar de todo corazón, al menos si contamos sólo con nuestra propia capacidad. Pero un cristiano cuenta, además, con la ayuda todopoderosa de Dios. "Con mi Dios, salto los muros," canta el salmista. Podemos referir estas palabras a los muros que están en nuestro corazón. Con la ayuda de buenos amigos y, sobre todo, con la gracia de Dios, es posible realizar esta tarea sumamente difícil y liberarnos a nosotros mismos. Perdonar es un acto de fortaleza espiritual, un gran alivio. Significa optar por la vida y actuar con creatividad.

Sin embargo, no parece adecuado dictar comportamientos a las víctimas. Hay que dejar a una persona todo el tiempo que necesite para llegar al perdón. Si alguien le acusara de rencorosa o vengativa, engrandaría su herida. Santo Tomás de Aquino, el gran teólogo de la Edad Media, aconseja a quienes sufren, entre otras cosas, que no se rompan la cabeza con argumentos, ni leer, ni escribir; antes que nada, deben tomar un baño, dormir y hablar con un amigo [20] . En un primer momento, generalmente no somos capaces de aceptar un gran dolor. Antes que nada, debemos tranquilizarnos, aceptar que nos cuesta perdonar, que necesitamos tiempo. Seguir el ritmo de nuestra naturaleza nos puede ayudar mucho. No podemos sorprendernos frente a tales dificultades, tanto si son propias, como si son ajenas.

Si conseguimos crear una cultura del perdón, podremos construir juntos un mundo habitable, donde habrá más vitalidad y fecundidad; podremos proyectar juntos un futuro realmente nuevo. Para terminar, nos pueden ayudar unas sabias palabras: "¿Quieres ser feliz un momento? Véngate. ¿Quieres ser feliz siempre? Perdona."



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Notas

[1] . Se ha destacado que la justicia, junto con la verdad, son los presupuestos del perdón. Cfr. JUAN PABLO II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz Ofrece el perdón, recibe la paz, 1–I–1997.

[2] . Mt 5,38.

[3] . M. SCHELER, Das Ressentiment im Aufbau der Moralen, en Vom Umsturz der Werte, Bern 51972, pp.36s.

[4] . P. RAYBON, My First White Friend, New York 1996, p.4s.

[5] . Cfr. D. von HILDEBRAND, Moralia, Werke IX, Regensburg 1980, p.338.

[6] . A. KOLNAI, Forgiveness, en B. WILLIAMS; D. WIGGINS (eds.), Ethics, Value and Reality. Selected Papers of Aurel Kolnai, Indianapolis 1978, p.95.

[7] . Cfr. S. WIESENTHAL, The Sunflower. On the Possibilities and Limits of Forgiveness, New York 1998. Sin embargo, la cuestión del perdón se presenta abierta para este autor. Cfr. IDEM, Los límites del perdón, Barcelona 1998.

[8] . P. LEVI, Sí, esto es un hombre, Barcelona 1987, p.186. Cfr. IDEM, Los hundidos y los salvados, Barcelona 1995, p.117.

[9] . Se suele atribuir esta frase al filósofo estoico Epicteto, que era un esclavo. Cfr. EPICTETO, Handbüchlein der Moral, ed. por H. Schmidt, Stuttgart 1984, p.31.

[10] . El odio no se dirige a las personas, sino a las obras. Cfr. Rm 12,9. Apoc 2,6.

[11] . A. CAMUS, Carta a un amigo alemán, Barcelona 1995, p.58.

[12] . Cfr. M. CRESPO, Das Verzeihen. Eine philosophische Untersuchung, Heidelberg 2002, p.96.

[13] . J. PIEPER, Über die Liebe, München 1972, p.38s.

[14] . Cfr. ibid., p.47.

[15] . S. Kierkegaard, Die Krankheit zum Tode, München 1976, p.99.

[16] . R. SPAEMANN, Felicidad y benevolencia, Madrid 1991, p.273.

[17] . Pero también existe un no querer ver, una ceguera voluntaria. Cfr. D. von HILDEBRAND, Sittlichkeit und ethische Werterkenntnis. Eine Untersuchung über ethische Strukturprobleme, Vallendar 31982, p.49.

[18] . Cfr. V. JANKÉLÉVITCH, El perdón, Barcelona 1999, p.144.

[19] . A. CENCINI, Vivir en paz, Bilbao 1997, p.96.

[20] . Cfr. TOMÁS DE AQUINO, Summa theologiae I–II, q.22.
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