Fe, virtud, ciencia y estudio


Fe, virtud, ciencia y estudio.
El cumplimiento de vuestro deber exige fe y ciencia

Vosotros, pues, aplicando todo cuidado, juntad a vuestra fe, virtud, y a la
virtud, ciencia. Y a la ciencia templanza, y a la templanza, paciencia, y a la
paciencia, piedad (2 P 1, 5-6).

Lo primero la fe, sin la cual no hay salvación posible; después, o mejor
dicho, con la fe, virtud; que si aquélla es viva, obra, y sus obras son
virtudes.

Hay que juntar también ciencia, porque el cumplimiento de tus deberes
exige la ciencia, que no podrás enseñar si no la posees.
Ese vosotros con que da principio san Pedro a su versículo quinto, parece
especialmente dicho a los que tienen la profesión de enseñar; y aquella
frase, aplicando todo cuidado, denota la diligencia con que han de procurar
la fe, la virtud y la ciencia (...)

La fe de los primeros cristianos

Habéis de adquirir el espíritu de fe que da serenidad a vuestros actos,
seriedad a vuestra vida, ejemplaridad a vuestras costumbres, saludable
temor a vuestro espíritu, tino y mesura a vuestras conversaciones, rectitud y
justeza a vuestros pensamientos, aplicándoos a ello con todo cuidado y con
la mayor diligencia posible. Precisamente en esto os habéis de distinguir; en
que la mayoría de las gentes no ponen verdadero empeño en adquirir el
espíritu de fe y vosotras, ( ... ) habéis de profesar la misma fe, sí, que todas
las que se dicen cristianas como vosotras, pero de manera bien distinta. Así
es como la fe da fruto; así es como obra virtudes. Las mismas; verdades
que creían los apóstoles, los mártires y los primeros cristianos, creemos
nosotros; el credo que ellos recitaban lo repetimos nosotros, y por desgracia
nuestra fe no ha merecido aún el premio que la de aquellos a quienes sanó
Cristo y cuya fe alabó públicamente declarando que ella había sido la causa
del prodigio.

Fe con obras

Juntando a vuestra fe, virtud. Así ha de ser si la fe es verdadera, porque el
secreto de la santidad de los primeros cristianos no ha de encontrarse en la
diferencia de los tiempos, ni en la diversidad de los climas, ni en la distinción
de las persecuciones, ni en mejor naturaleza, sino en la fe viva que
engendraba la caridad y daba sus naturales frutos que son las virtudes.
Virtudes excelentes en medio de las costumbres paganas, y ma7ntenidas
con el heroísmo que sólo en la fe tiene explicación.

Ciencia sólida

Y a la virtud, ciencia. Debería ser tal, que nadie supiera más que vosotras, ni
tuviera el arte que vosotras para hacer amable el estudio, para inculcar el
amor a la ciencia, cuyo autor es Dios, sabiduría infinita, a quien más nos
asemejamos a medida que más verdades conocemos. ¿Qué mayor ejercicio
de virtud que la perseverante y metódica labor que os está encomendada?
¿Cómo podréis dar más gloria a Dios y a vuestra Institución; cómo podréis
santificar mejor a las jóvenes? (…) iY para el porvenir! Si formáis, en fuerza
de vuestra ciencia metódica y asequible, generaciones de maestras que,
imitando vuestro ejemplo, profesen amor al estudio a la enseñanza ¿será
fructuoso vuestro apostolado?

Competencia profesional

¿Calculáis vosotras la influencia que tiene el argumento de que son las más
activas, competentes y buenas profesoras, aquellas que son las más
virtuosas y que tienen la fe más viva? ¿Sospecháis el daño que produce (...)
el argumento de que son las más ignorantes, las que más faltan a sus
clases, las que estudian menos, las que no sienten vocación por su carrera,
aquellas que se llaman más devotas, pasan por tales y hasta se ofenden si
no son así calificadas? Dura será mi afirmación, pero no vacilo en hacerla. Si
no edificáis por vuestra ciencia, por vuestro estudio, por vuestro saber,
habrá que dudar de vuestra virtud, y temer por vuestra fe y negar vuestro
teresianismo.

Vida racional y sobria

Y a la ciencia, templanza. Sí, templanza; porque si falta esta virtud, luego se
sensibiliza todo ( ... ) Pureza de corazón, rectitud de intención, vida racional
y sobria, que harto se trasluce y edifica y mérito extraordinario da a las
jóvenes y de grandes males las libra.

Y a la templanza, paciencia. Huelga comentar esta frase porque la necesidad
de la paciencia en el que ha de educar nadie la duda. Y si la educación ha de
ser tan perfecta como deseamos, y si todo ha de hacerse por Dios y por su
gloria, iqué tesoros de paciencia habremos menester! El educador debe ser
dueño de sí, y según frase del Espíritu Santo, en la paciencia poseeremos
nuestras almas. Y acontece de ordinario que es menor el caudal de paciencia
cuanto mayores son nuestras imperfecciones, y si éstas son muchas, mal
soportamos las del prójimo y menos si éste es inferior.
Esto, sin contar la cantidad de ella que necesitamos, no para soportar,
corregir y educar al prójimo, sino para educarnos a nosotros mismos y
soportar nuestros defectos.

Piedad sólida y amable

Y a la paciencia, piedad. En expresión del Espíritu Santo la piedad es útil
para todo (1 Tm 4, 8). ¿Cómo no ha de serlo para el ejercicio de vuestra
profesión? Piedad sólida, tranquila, amable, severa, dulce, pacífica oportuna,
prudente, sin ridiculeces ni gazmoñerías, sin petulancias ni exigencias, sin
brusquedades ni alborotos; a tiempo, acorde siempre y según el acto, la
persona y el lugar. En fin, la piedad, fruto del amor de Dios, que si de ahí
nace no le faltará ni le sobrará nada.

Preparación adecuada para la misión

[Los miembros de la Obra] para llenar su cometido, necesitan virtud y
ciencia, y en faltando una u otra quedan inhabilitados para cumplir su
misión.

Vuestra ciencia abrillantará vuestra virtud.
Si llegaseis a conocer los frutos que, en orden a la santificación del prójimo,
produce la ciencia, pondríais tanto empeño en adquirirla cuanto fuera
vuestro celo por su salvación.

La cultura es arma poderosa para adueñarse de los que ni distinguen ni
aprecian la virtud, y, por lo tanto, el que no procura adquirirla, renuncia a un
arma insustituible para atraer a cierta clase de personas.
El amor al estudio y el empeño por adquirir la ciencia, están en razón directa
del amor a la Obra y del celo por su buen nombre.
Ante las alumnas y ante la sociedad adquieren vuestras virtudes un realce
extraordinario, cuando se reconoce en vosotras cierto grado de cultura.

El deber sagrado del estudio

Padecen lamentable equivocación las que dejan el estudio con suma
facilidad, creyendo que con esta omisión no faltan a sus deberes.
Las que pretextando amor a la virtud y afán por conseguirla olvidan la
adquisición de la ciencia, no cumplen con una de las principales obligaciones
de su estado.

Cuando hay tiempo para todo menos para el estudio para los trabajos
culturales, se deja incompleta la labor del Internado.
Si por Dios se estudia, por Dios se explica, por Dios se dan conferencias y
por Dios se escribe, se estudiará, se explicará, se darán conferencias y se
escribirá bien…

Seguir el movimiento intelectual

Si os interesara el movimiento intelectual del mundo y deseárais imponeros
en los adelantos de la época, para bien de la Obra y de las alumnas,
gestionaríais con verdadero celo la adquisición de libros y revistas, por los
muchos medios que están a vuestro alcance.

Si hubiera verdadero empeño en que nuestro ‘Boletín’ fuera una publicación
digna de llamarse teresiana, cada una aportaría a él, aun a costa de
sacrificios, lo mejor que supiera y pudiera escribir.

Cuando no se observa afán por los libros y revistas, empeño en adquirir
material de enseñanza, por hacer excursiones científicas, celebrar
conferencias y actos literarios, es señal inequívoca de que no hay [miembros
de la Obra] conocedores de su misión y de que falta el espíritu de la Obra.
Sin pedanterías ni extravagancias debéis aficionar a vuestras alumnas, y
darles de ello ejemplo, a las conversaciones científicas y literarias, las
cuales, sobre ser útiles, libran a la juventud de muchos males.

Extensión cultural

También debéis organizar en las clases de adultas, y ayudadas de las
antiguas alumnas, cierta extensión cultural, cursos breves y enseñanzas
sociales harto provechosos para el personal de estas clases.

Gran auxilio pueden prestaros en la organización y desarrollo de los actos
mencionados las cooperadoras técnicas de la Institución.
Si las que han de velar por el buen nombre de la Obra confiada a su celo,
dejan en lamentable abandono cuanto a la cultura se refiere, contribuyen,
sin quererlo, al descrédito de la Institución y la desnaturalizan. En donde se
imponga la necesidad de rectificar en orden a la educación intelectual,
procédase a ello sin demora.

Estudiar, aprender, enseñar (1930)

Debería ser innecesario el examen acerca del estudio y de la cultura en una
Institución cuya principal arma para ejercer su apostolado es la ciencia.
Sociedades de mujeres hay muchas gracias a Dios, que se santifican orando,
rezando, visitando enfermos, cuidándolos; amparando niños, recogiendo
jóvenes y ejerciendo de diversas maneras la caridad. Los medios para sus
respectivos apostolados son muy distintos, y si ellas, después de profesar
uno determinado, emplearan otro que no fuera aquél, con detrimento de su
vocación y de su obra, harían mal y causarían daño.

Después de la oración no hay nada más claro, ni más repetido en la
Institución, ni más recomendado que el estudio pero habrá necesidad de
esculpir en un mármol para colocarlo en cada casa un rótulo que diga:”[Los
miembros de la Obra] se han de santificar estudiando, aprendiendo y
enseñando”.

Hay quienes se consideran relevadas de esta obligación porque se creen tan
poco aptas para el estudio, que juzgan de ningún provecho su trabajo en
este orden. No lo están bajo ningún aspecto.
Si es sincera la que así piensa, tenga presente que no se le pide más de lo
que puede, ni se le exige lo que está sobre su voluntad. Si no es sincera,
sino que quiere engañarse y engañar para librarse de un trabajo, falta a su
deber.

Si es tan soberbia que porque no puede llegar donde llegan otras, quiere
dejar de cumplir su deber, falta doblemente.
Cada una tiene su capacidad, no hay sociedad donde todos los miembros
sean igualmente aptos, pero todos son aprovechables.
Recúrrase a los mejores maestros para aprender lo más que se pueda, lo
mejor que se pueda y en el menor tiempo posible a fin de que ( ... ) se
capaciten debidamente para la labor que les está confiada.
No puedo creer que entendiendo [los miembros de la Obra] lo que va para la
gloria de Dios en todo lo dicho dejaran de ser estudiosos y cultos.
Insístase mucho en que estos medios son los necesarios para cumplir los
fines de la Institución, y que a ellos ha de vincular nuestro Señor gracias
para la propia y ajena santificación.

Nunca digáis no más ciencia (1930)

Ciencia. En nuestro programa, después de la fe, mejor dicho con la fe,
ponemos la ciencia. Somos hijos del Dios de las Ciencias, de quien dice la
Sagrada Escritura, Deus scientiarum Dominus est. El autor de la fe y de la
ciencia es uno mismo, Dios, y el sujeto de la fe y de la ciencia la criatura
humana. Así como os decía el otro día que seáis mujeres de mucha fe, de fe
viva, de fe sentida, y que nunca digáis, no más fe, así os digo hoy, desear la
ciencia, buscar la ciencia, adquirir la ciencia, trabajar para conseguirla y no
os canséis nunca, ni digáis jamás: No más ciencia. La mucha ciencia lleva a
Dios, la poca nos separa de El, dijo un sabio.

En fuerza de oír mentiras, y por vivir en esta época de confusión de ideas y
de falsedades de todo género, pasamos sin protesta el que se ataque a
nuestras creencias y se argumente contra nuestra fe en nombre de la
ciencia, y se presente a la Iglesia, a nuestra madre amadísima la esposa de
Jesucristo, como enemiga de la ciencia, y que se establezca un dualismo
dentro de la misma personalidad (cosas del modernismo) la personalidad
religiosa y la personalidad científica, y hasta se pretende que las mujeres no
profundicen en la ciencia para no quitarles la piedad. Todo esto es absurdo,
herético, falso de toda falsedad, gratuita impostura de los que tienen miedo
a la ciencia verdadera y explotan la falsa ciencia para seducir incautos.

Convencidas vosotras de la falsedad de estos tópicos demasiado vulgares y
desacreditados, debéis profesar como uno de los puntos principales de
vuestro programa el amor a la ciencia, la necesidad de la ciencia para ser
mañana útiles a la sociedad en el ejercicio de vuestras carreras.
No respondemos a lo que somos, a lo que debemos, a lo que se nos pide.
Para que Dios nos otorgue especiales auxilios como los necesitamos, hemos
de poner de nuestra parte. Hay que estudiar más, con mejor orientación,
con más consejo. No ceso de hablar del estudio, escribí muchas veces,
hablé, dí normas ( … ) Deben ir bien preparadas a la Universidad.

Obra de cultura, no de beneficencia (1932)

Yo quisiera que considerarais el estudio como uno de vuestros principales
deberes.

Vinisteis a una Obra de cultura, no de beneficencia ni de trabajo manual.
Hay que demostrar con los hechos que la ciencia hermana bien con la
santidad de vida.

Hay que demostrar con los hechos que es falsa y sectaria la afirmación de
quienes ponen en conflicto a la religión con la ciencia.

En vuestro escudo se lee: Deus scientiarum Dominus est.
Al lado del gran misterio de la fe, está en vuestro escudo el cuartel donde se
simboliza la ciencia.

Cuántas virtudes podréis practicar con el estudio y de cuántos defectos os
librará.

El estudio no es para vosotros algo bueno, útil, provechoso, es algo
necesario, imprescindible.

Prescindir de él equivaldría a mutilar vuestra Obra.

Se os manda estudiar; se os pide el estudio; no podréis llenar vuestra
misión sin él.

Es deber de justicia. La Institución os atiende en todo, pero vosotros debéis
dar a la Institución lo que os exige.

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