Si pudiera volver a vivir...


Si pudiera volver a vivir...
Testimonios de un matrimonio.

Jorge Luis Borges nos plantea en su poesía “Instantes”, la urgencia de libertad para volver a vivir nuevamente la vida:

“Si pudiera volver a vivir”,
“trataría”
“intentaría”
“sería”
“iría”
“haría”…

Qué real aparece este escrito en la vida de cada uno de nosotros, y sobre todo, cuando el autor, se lo plantea a una edad irreversible y tan próximo a la muerte.

Cada uno puede revisar su vida, y al hacerlo parece ser que la opción más adecuada es adentrarse con sencillez en nuestras conciencias a la luz del amor, de la entrega y del compromiso –que significa vivir más cerca de Dios-.

Lo primero es reconocer que somos seres humanos, pobres y débiles, que estamos viviendo una etapa especial en nuestras vidas, y estas vivencias, que están a flor de piel, son las que necesitamos canalizar a través de una vida espiritual.

Esto revela nuestra flaqueza frente al tema, puesto que se requiere y se busca sanar el pecado original.

Puede parecer extraño vincular un testimonio de vida matrimonial con el pecado original, pero es inevitable, porque la naturaleza de nuestro ser –nuestro mismo origen en la existencia-, viene marcado por el pecado original. Por decirlo de algún modo, él es el “motor” de nuestras flaquezas y debilidades.

En este sentido, el matrimonio posee en sí mismo, la cualidad de fortalecer a la pareja, y ponerla al margen de sus debilidades, porque se potencia con el amor que mutuamente se declaran, y así lo firman ante Dios en el Altar.

A los doce años de matrimonio, podemos decir, con cierta propiedad, que las flaquezas y las debilidades tienden a poner en cuestionamiento el quehacer cotidiano, tienden muchas veces a colocarnos como individuos encargados de resolver “cada uno su propio papel”, y en definitiva, tienden a crear en la pareja fuerzas individuales que ponen en jaque su ser matrimonial.

Así, el Amor que nos llevó a una iglesia el 18 de mayo de 1985, y nos puso al margen como individuos, casi irracionales, así, hoy, nos hace luchar a diario, y poner nuestra cabeza y nuestro corazón en la “construcción” de nuestro matrimonio.

Para realizar todo esto, creemos haber vivido, es más, estar viviendo una experiencia de Libertad, una opción madura para afrontar el matrimonio con el conocimiento de nuestras debilidades y flaquezas, de nuestro amor y entusiasmo.

La Iglesia, la religión y el medio ambiental en que uno se desenvuelve no resuelven nuestras carencias. Aparecen como un medio, un apoyo, como esa libertad que pide Borges para volver a vivir su vida. Y lo más importante, aquí y ahora, es que solos no lo logramos. Le necesitamos a El: el Amor.

Reflexión:

“Si pudiera volver a vivir…, ¿cómo viviría?” Creo que puede ser atrayente enfrentarse a esta pregunta, con sinceridad y confianza.

Yo me la he preguntado. He revisado algunos capítulos del libro de mi vida. Sí, hubiera preferido no haberlos escrito del modo en que han quedado redactados. Recuerdo otros que, gracias a Dios, son motivo de un sano orgullo y una profunda paz. Al final del balance, he llegado a una conclusión: no puedo volver a vivir el pasado, pero sí puedo vivir el presente. Y al presente voy a dedicar todas las fuerzas de mi vida.

Me motiva mucho el ejemplo de San Pablo, ese corazón valiente. Él, ante su ideal, decía: “No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto… No creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta” (Fil. 3, 12-13).

No todos los hombres logran deshacerse de su pasado o concentrarse en su ideal. Me cuesta no poder ayudarles. Algunos son corazones tristes que hace tiempo vegetan en el pesimismo. Otros…, corazones de paja que viven en una permanente carcajada, máscara de felicidad. Corazones escépticos, cansados, arrugados. Pero también conozco corazones intrépidos, corazones rebosantes, corazones felices. A unos y a otros, les invito a responder, con serenidad, con esperanza, con decisión, a esta sencilla pregunta: yo que todavía puedo vivir, ¿qué estoy dispuesto a hacer con mi vida?

Es verdad que muchos ya no existen. Sus vidas yacen congeladas en el tiempo. Estatuas de museo. Pero, tú y yo, podemos aún preguntarnos… “Si pudiera volver a vivir…” ¡Puedes! Pero, ¿quieres?

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