¿Hijos o trabajo? Elijo el trabajo


¿Hijos o trabajo? Elijo el trabajo

Las españolas quieren rentabilizar el progreso que han obtenido en los últimos 50 años con su acceso a los estudios elementales y su fructífera conquista universitaria. Cuando eso se traduce en la consecución de un puesto de trabajo estable y razonablemente bien pagado abandonarlo es costoso.

No lo hacen. ¿Qué pasa entonces con la maternidad? El deseo de la mujer de tener hijos permanece invariable, las que finalmente no los tienen suponen entre un 8% y un 12%. Pero las que se deciden por la crianza no cuentan en España con las políticas públicas de apoyo a la maternidad de que gozan en países más avanzados (guardería, sueldos, amplios periodos de baja); no encuentran tampoco en su empresa la comprensión suficiente; y los españoles, con los italianos, son los europeos que menos tiempo dedican a las tareas del hogar.

El camino, pues, parece bifurcarse hacia la elección desesperada: trabajo o hijos. La respuesta ha sido hijos, pero muchos menos de los deseados. Y, lo que es peor, una fecundidad tan escasa que es casi intolerable para la pirámide demográfica de un país.

"A pesar del pequeño repunte, España está ahora [en 2007] en 1,38 hijos por mujer, que es algo más que el 1,16 de 1996 pero muy lejos de los 2,78 de 1975, una cota que será casi imposible recuperar. Y tan importante como el volumen de población es la estructura por edades de esa población", recuerda la demógrafa del CSIC Margarita Delgado, que ayer presentó el estudio sobre Fecundidad y Trayectoria Laboral de las Mujeres en España financiado por el Instituto de la Mujer y en el que también han colaborado Laura Barrios, Francisco Zamora, Noelia Cámara, Inés Alberdi y Alessandra de Rose.

Este estudio del CSIC, para el que se ha entrevistado a cerca de 10.000 mujeres, es el primero en España que recoge la experiencia en ese ámbito de las que ahora tienen hasta 75 años. Por tanto, permite observar la evolución en el tiempo de la maternidad y su relación con el empleo.

Y los datos no son halagüeños: ahora hay menos hijos y más dificultades en el trabajo cuando se es madre. El 75% de las madres trabajadoras declara haber tenido algún tipo de incidencia en su empresa, "que son más de conciliación que de discriminación", dice Delgado.

Efectivamente, entre las incidencias se mencionan la reducción o interrupción del trabajo por la maternidad, limitación en el trabajo, interrupción de los estudios y abandono del empleo. Esto último, lo más grave, afortunadamente ha ido disminuyendo, a costa de la fecundidad, claro. Es lo que les ocurrió a las mujeres que ahora tienen entre 65 y 74 años, pero sus hijas, entre 35 y 49 años, ya no mencionan tanto esa incidencia. "Para aquellas mujeres abandonar el trabajo no era tan costoso porque generalmente su ocupación no era a tiempo completo y tampoco estaba muy bien pagada", dice Margarita Delgado. Las cosas han cambiado mucho, ahora trabaja entre el 80% y el 90% de las mujeres que tienen entre 35 y 49 años y que han estudiado en la Universidad. Eso supone mejores empleos. Pero antes ha habido que encontrarlos y consolidarlos, mientras el reloj biológico seguía corriendo.

Carmen Serrano ha tenido su primera hija con 39 años. Hizo periodismo pero ya entonces compaginaba sus estudios con un trabajo, así que acabó la carrera un poco más tarde de lo normal, con 27 años. Hasta los 35 no encontró un empleo estable. Eso no fue obstáculo para iniciar la convivencia con su pareja, pero sí lo era para tener hijos. "Cuando por fin encuentras una buena ocupación no puedes firmar el contrato y decirles ´adiós, me voy de baja por maternidad´, así que esperé un par de años más, también quería vivir", dice. A los 38 tuvo un aborto y a los 39, sin complicaciones de ninguna clase, llegó el bebé. "Lo vas dejando y te pones en los 40", bromea.

Pero no es una broma. La maternidad en España es una de las más tardías de Europa y eso no sale gratis: comienzan entonces los problemas de fecundidad y de gestación. Eso son más meses esperando. Tan es así que muchas llegan al primer hijo, pero no al segundo. "Son problemas físicos y psicológicos que hay que tener en cuenta", insiste Margarita Delgado.

"Es cierto que este retraso en la natalidad puede suponer un problema para un país, ya se está viendo con las pensiones, pero no es un problema de la mujer, es de todos y todos hemos de resolverlo. Las mujeres han cambiado sus prioridades, quieren acabar sus estudios y participar en el mercado laboral. La maternidad la dejan para después, es su elección", dice la directora del Instituto de la Mujer, Rosa Peris.

El estudio del CSIC demuestra que entre la convivencia en pareja (sea mediante el matrimonio o como unión de hecho) y la llegada del primer hijo pasa una media de 3,7 años entre las mujeres de 35 a 49 que tienen un trabajo fijo. Algunas arriesgan más aún. Por conseguir la mejor de las estabilidades en el trabajo, las futuras funcionarias se entierran entre legajos de oposiciones y, aunque tienen pareja, pasarán 4,1 años hasta que deciden dar un hijo a esa convivencia.

Aurora no es funcionaria, ni se llama así, pero no quiere dar su nombre verdadero porque va a decir que en su empresa no lo está pasando del todo bien desde que ha sido madre. Es informática, y siempre quiso tener hijos. Con pareja o sin ella. El factor más determinante, como demuestra la encuesta del CSIC, fue también para ella el trabajo. Cuando logró la estabilidad tenía 31 años. Ahora, con 35 amamanta a un bebé que no llega al año. "Tengo jornada reducida, sólo la hora de la lactancia, y eso te convierte en inválida en el trabajo. No cuentan contigo de la misma manera, es una situación incómoda. Y sólo porque te vas a tu hora, en lugar de prolongar el horario. No es sólo la dirección, también los compañeros me preguntan: ¿dónde está el genio que tenías antes? Yo les respondo: ¿No está hecho mi trabajo o qué?".

Aurora apunta otro problema, que conocen muy bien muchas mujeres: "Pasas años para acabar los estudios, buscar estabilidad laboral, pero, además, procurando llegar lo más alto posible en la empresa, porque sabes que cuando tienes hijos, se acabaron los ascensos. Se acabó. Yo busqué llegar un poco arriba porque sé que ya no voy a subir".

Ella no pensaba coger jornada reducida, pero ahora lo está pensando. Total, ya nada va a cambiar. "En realidad lo que me gustaría es que la cogiéramos yo y el padre alternándonos por años, un año yo, otro él, pero no creo que a él le permitan eso en la empresa, le machacarían. Ya le miraban con recelo cuando pidió los 15 días de paternidad", asegura.

Los hombres están experimentando lo que sienten las mujeres cuando se solicitan medidas de conciliación. Incluso peor, porque la sociedad y la empresa aún vinculan en exceso los hijos a la madre. Que el padre reduzca su trabajo para dedicarse a ellos lo ven contranatura. "El mercado laboral no ha variado, y la corresponsabilidad tampoco. La maternidad seguimos resolviéndola solas las mujeres y hay que buscar una solución, hacer cambios en los horarios, todos tenemos que conciliar", afirma Rosa Peris, aunque recuerda que los 15 días de paternidad están funcionando bastante bien.

La existencia de problemas laborales por ser madre ha cambiado con las décadas. Las mujeres que ahora tienen entre 65 y 74 años y que trabajaban cuando tuvieron sus hijos encontraron problemas con el primero. Un 40% así lo declara, pero se incrementaban a medida que tenían más. Cuando llegó el tercero, algo que entonces era común, un 72% recuerda incidencias en el trabajo, un porcentaje menor que las mujeres que ahora encuentran dificultades ya con el primer hijo. Entre las que han tenido tres ahora, el 83% ha sufrido por ello en su trabajo.

"En España, más de un 90% de las mujeres mayores de 50 años ha tenido hijos. Sin embargo, entre las menores de 35, el 60,3% no los había tenido en el momento de la entrevista para esta encuesta. El retraso sistemático de la primera maternidad entre las menores de 50 años se confirma", dice Margarita Delgado.

¿Cuándo es más probable la maternidad? El perfil sería el de una mujer que ha terminado sus estudios, que no serán superiores, que no trabaja cuando inicia la convivencia con su pareja. Suelen ser las que se casan, son católicas practicantes y su cónyuge aporta mayores ingresos. Si, además, es extranjera, aumenta la probabilidad de la maternidad, sobre todo entre las menores de 35 años. Las mujeres mayores de 50 años han participado de un modelo bastante común en todas ellas, donde no había factores determinantes que modificaran la decisión de tener familia. Venía de suyo. Se casaban y tenían hijos, era la prioridad.

Pero el final del cuento ha cambiado. Ya no importa tanto la pareja, ni la religión, ni el matrimonio. Las mujeres siguen queriendo tener hijos, pero su trabajo es lo primero. Y los hijos tendrán que esperar.

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