Los enemigos de la responsabilidad
El valor de la responsabilidad Victòria Cardona. Educadora Familiar E-cristians.net 25/04/200
La fuerza del educador está en su manera de hacer, en el optimismo con que afronta las dificultades, en la madurez con que toma las decisiones, en no detenerse nunca para llegar a su mejora humana y, sobre todo, en la respuesta que da a sus deberes familiares, profesionales y sociales. Una característica de esta responsabilidad es asumir los actos que uno hace sin cargar, si se equivoca, las culpas a los otros. Se trata de conseguir de los hijos y de las hijas, para ayudar a la responsabilidad, que sepan qué tienen que hacer y cómo lo tienen que hacer, en cada momento de su vida en casa, en la escuela, con los amigos, sin buscar excusas y enfrentándose a las consecuencias de sus actos.
La autonomía que los niños van logrando es necesaria para llegar a ser responsables. Por esto, se debe empezar a incentivar desde bien pequeños; un primero paso sería dejar que tomen unas cucharadas de comida a solas, que escojan la ropa para vestirse de mayores, otro ejemplo, el cumplimiento de los encargos tal y como hemos reflexionado en el artículo anterior. Todo con la intención de que sepan decidir y que tengan iniciativas. También porque con los errores, aprenderán a rectificar. Dice el dicho castellano: "Nadie escarmienta en cabeza ajena".
Otro elemento por considerar como un valor educativo, en el tema que tratamos, es la administración del dinero. ¿Qué tenemos que hacer para que comprendan que las cosas cuestan y que los dineros se han de saber administrar? Es probable que a 7 o 8 años hayan comprado algo para nosotros, o bien para ellos mismos: lápices, golosinas, un juguete... Parece interesante que más o menos a esta edad, o como máximo a los 10 o 11 años tengan asignada una cantidad periódica y fija para estos pequeños gastos. Puede que padres y madres, piensen que ya compran todo lo que necesitan, pero, en este tema, no se trata de suplir, sino de que se aprenda el coste de las cosas materiales, para no ser malversadores y con el ahorro animar a la generosidad hacia los otros. Cabe decir que para enseñar a organizarse no se puede dar dinero cuando se acaba la cantidad establecida y que esta "paga" debe estar relacionada con la edad, y una vez acordados los gastos habituales que tienen. Un punto relacionado con el dinero sería, también, hacer participar a los jóvenes en la elaboración del presupuesto familiar, es de utilidad para acostumbrarlos a la realidad económica familiar y no vivir inmersos en la sociedad consumista que anima a gastar más, cuando se debería fomentar en el ámbito familiar, que se gaste mejor y con inteligencia.
Al dar responsabilidades a los hijos, sea con encargos que faciliten pensar en los otros y ser útiles, como la niña de la fotografía que contempla y acompaña a su hermanito acabado de nacer, o sea con la administración de pequeñas cantidades de dinero, vamos cooperando a aumentar su independencia y su seguridad.
Un clima de confianza, dentro de la familia, es un apoyo para tener responsabilidad, se hacen las tareas con más ilusión y se aprenden en el hogar otros valores como la sinceridad, la generosidad o la fortaleza, siempre y cuando padres y madres hagan lo posible para conocer las capacidades de cada uno de los suyos y se marquen retos asequibles a cada cual. Este ambiente positivo es vivir siempre con amabilidad para todos. Dice San Francisco de Sales: "Puede hacerse comprender la verdad y amonestar, siempre y cuando se haga con dulzura". Por lo tanto, hijos e hijas serán responsables si sus progenitores, los comprenden y saben razonarles conductas adecuadas, cuando están ofuscados. Es bueno, también, que vean que cuando los grandes no están acertados, saben pedir perdón. Como siempre, la naturalidad y sencillez, son virtudes pequeñas que motivan al esfuerzo personal para ser mejores y vivir la responsabilidad con todo el compromiso que comporta.
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