Modelos de iniciación cristiana

A partir del siglo II, disponemos de una información cada vez más detallada sobre el desarrollo de la iniciación cristiana y sobre su significado.


Modelos de iniciación cristiana
Modelos de iniciación cristiana
Vemos como, ante la predicación de Pedro en Pentecostés, aquellos visitantes procedentes de todas partes, conmovidos por sus palabras preguntan "¿qué debemos hacer?" a lo cual Pedro respondió: "Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo", e inmediatamente después se nos relata la vida habitual de aquellos discípulos en la que "todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. [...] Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse".

La comprensión que la Iglesia primitiva tiene del mandato misionero de Jesús, la percibimos en la predicación de Pedro en Pentecostés, donde traduce aquel mandato como llamada a la conversión e invitación al bautismo para participar de la Vida Nueva que Jesús ofrece.

A partir del siglo II, disponemos de una información cada vez más detallada sobre el desarrollo de la iniciación cristiana y sobre su significado.

1. Modelo catecumenal
En el modelo catecumenal vinculamos la experiencia y reflexión de los primeros siete siglos de vida de la Iglesia. Este modelo podría sintetizarse en la célebre expresión de Tertuliano "cristiano no se nace, sino que se hace", y se estructura sobre la base de los textos del Nuevo Testamento que esbozan una cierta trilogía sincrónica en el devenir cristiano, constituida respectivamente por la predicación, por la fe-conversión y por la experiencia sacramental. En ese tiempo, caracterizado por una sociedad y culturas paganas, la mirada está puesta prioritariamente en los adultos a quienes para hacerse cristianos se les propondrá un itinerario complejo, multiforme, dilatado en el tiempo, para garantizar la seriedad de su conversión y formar los espíritus en el conocimiento de las Escrituras y en la estimulación de costumbres inspiradas en ellas. La celebración sacramental estará precedida de la aceptación explícita y libre de la fe en Cristo. Se pueden distinguir en este modelo cuatro etapas que se realizan conforme al discernimiento de los responsables: el precatecumenado, momento kerigmático o de primera evangelización, que sirve para madurar y afirmar una orientación inicial hacia Cristo; el catecumenado, que tiene una duración prolongada -unos tres años- y que supone una fase intensa de formación cristiana integral; la etapa ritual, que supone una preparación inmediata de catequesis y ritos previos, desarrollada con más intensidad durante la última cuaresma, en la que tiene un lugar de preeminencia la figura del obispo y la celebración unitaria de los tres sacramentos de la iniciación, en torno a la Pascua; y, un momento mistagógico, para profundizar en las consecuencia vitales de los misterios celebrados. Entre los siglos VII y VIII, el modelo catecumenal, podríamos decir que desapareció completamente -su transformación ya había comenzado hacia el final del siglo V.

2. Modelo habitual
Por entonces en el mundo, al que la Iglesia había sido enviada y cuyos límites identificaba en ese momento con la actual Europa y costas del Mediterráneo -norte de África y este de Asia-, se desarrolla una nueva realidad cultural. A lo largo y a lo ancho de la extensión del imperio romano se va conformando lo que podríamos llamar una societas christiana, en la cual todos son cristianos y en la cual se da plena y automática identificación entre "hombre" y "cristiano", entre la "sociedad civil" -Imperio- y la "sociedad religiosa" -Iglesia-: en este tipo de sociedad "no se puede nacer y no ser cristiano".

La organización y definición del territorio encomendado a los obispos para su cuidado pastoral, agregará un elemento nuevo a la reflexión sobre la unidad dinámica de la iniciación ya que muchas veces la extensión territorial excede las posibilidades reales de atención, y generalmente, con dos realidades sociológicamente distintas, la comunidad circundante a la sede episcopal y las comunidades rurales.

El modo de enfrentar estos desafíos estará acompañado de la reflexión que permita entender las nuevas respuestas pastorales y se plasmarán en esquemas rituales que expresan la comprensión teológica y sacramental de la iniciación cristiana como tal.

En este modelo, al que llamamos habitual, las etapas descritas en el catecumenal experimentarán significativos cambios. En una sociedad que se confiesa y es culturalmente cristiana no hace falta el primer anuncio que provoque la fe o busque una adhesión inicial a Cristo, ésta, de alguna manera, se da habitualmente. La propia sociedad civil, sociológicamente unida a la Iglesia desempeña de modo espontáneo la función de un catecumenado social que integraba a todos en un mismo horizonte de comprensión y sentido. La familia desarrolla habitualmente la iniciación en la fe de sus hijos.

Los interlocutores adultos del modelo catecumenal dejan paso en éste a los destinatarios infantes y por tanto la etapa del catecumenado propiamente dicha deja de tener aquella acentuación de reflexión y profundización en la Palabra de Dios y pasa a poner el acento en su dimensión ritual. La administración de los sacramentos deja de tener su centro en la Pascua y su lugar se extiende más allá de la sede episcopal. Esto, al menos en occidente, tendrá una consecuencia ritual: una progresiva ruptura de la celebración unitaria de los sacramentos.

3. Modelo escolar
A partir del siglo XVI aquella societas christiana se ve profundamente conmocionada: los duros cuestionamientos protestantes y una fuerte corriente de renovación interior desembocaron en el concilio de Trento a partir del cual entendemos se conformará un nuevo modelo que podríamos llamar escolar. Estamos ante una sociedad que conserva una concepción cultural propia del medioevo pero que entiende que si bien cristiano se nace, "para ser cristiano en serio hay que conocer la fe".

Este nuevo modelo es muy similar al anterior, salvo que en él se acentuarán algunos aspectos. También en éste se supone que la fe es algo dado: se nace en una familia cristiana que respira una cultura cristiana y vive en una sociedad estructurada cristianamente. Si bien después del Concilio de Trento se busca difundir también la práctica de un adoctrinamiento de adultos, los niños siguen siendo los destinatarios de la iniciación cristiana con una fuerte acentuación ritual. Sin embargo ante los serios cuestionamientos que se difunden por entonces hay que fortalecer la instrucción religiosa para conocer lo que se es, y así poder vivir en plenitud y defenderse de los errores que se divulgan. El descubrimiento de "nuevos mundos" renovará en la Iglesia el entusiasmo misionero y un nuevo cuestionamiento en torno a la iniciación cristiana que la llevará a proponer, desde la experiencia vivida, otros modos y otra dinámica en la preparación y celebración sacramental. Aquella marcada insistencia tridentina en torno a la formación doctrinal llevará al cuestionamiento de las edades más oportunas y de las cualidades necesarias del sujeto para la recepción de cada sacramento de la iniciación, precipitando en la ruptura definitiva de la unidad original de la iniciación cristiana de los primeros tiempos.

4. Modelo kaino catecumenal
Desde mediados del siglo XX la Iglesia ha reconocido y señalado que la sociedad vive un proceso de secularización que afecta las raíces más profundas de sus costumbres y convicciones; proceso que tiene múltiples causas pero cuya manifestación más clara es el olvido de Dios o la indiferencia religiosa y una alteración de los valores que ordenan las relaciones humanas. El Vaticano II y el magisterio posconciliar abordarán esta situación proponiendo un nuevo modelo de iniciación cristiana, que nosotros llamamos kainocatecumenal. Aquel modelo "catecumenal" ha sido restaurado por el Concilio Vaticano II para los países de misión y, a discreción del Obispo propio, para cualquier diócesis.

"La ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo [?] De ahí que hay que hacer todos los esfuerzos con vistas a una generosa evangelización de la cultura, o más exactamente de las culturas".

El modelo al que ahora nos referimos ha de estar marcado por un fuerte acento evangelizador, que debería ir más allá de un primer momento. Reconociendo que la evangelización es un proceso complejo habría que procurar que sus variados elementos -renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito, adhesión del corazón, entrada en la comunidad, acogida de los signos, iniciativas de apostolado- no sean propuestos ni vividos como momentos aislados, sucesivos o excluyentes, sino como complementarios y mutuamente enriquecedores. Sin dejar de velar por los infantes habrá un fuerte reclamo por la evangelización de los responsables de su educación. Está claro que los bebés no pueden responder por sí mismos en este proceso evangelizador pero sí sus padres, padrinos y educadores en general. Se urgirá la recuperación del catecumenado, tanto de adultos como de niños en edad escolar, esto es, con uso de razón. Se insistirá en destacar la importancia de la celebración unitaria de los sacramentos para que se ponga de manifiesto "la unidad del misterio pascual, la relación entre la misión del Hijo y la efusión del Espíritu Santo". Si bien se respetan las variadas fechas en que ésta puede celebrarse se acentúa la importancia de la Pascua y se resalta la figura del obispo, a quien nosotros aplicaremos el apelativo de ministro originario de la iniciación cristiana. Aquel momento mistagógico del modelo catecumenal unido a la convicción de que la evangelización ha de ser un proceso de permanente actualización, creemos, ha derivado en la conformación de lo que se llama itinerario catequístico permanente.

Modelo
Catecumenal
Habitual
Escolar
Kaino Catecumenal


Ambiente cultural
Sociedad y culturas paganas Societas Christiana Societas Christiana "cuestionada" por los protestantes Cultura y sociedad afectadas por el "secularismo"
Frase característica "Cristiano no se nace, sino que se hace" "No se puede nacer y no ser cristiano" "Para ser cristiano en serio hay que conocer la fe"
Destinatario principal Adulto Infantes Niños Niños y adultos
Dinámica Catecumenado
Celebración unitaria de los Sacramentos
Mistagogía Celebración unitaria (y separada) de los Sacramentos
Catequesis Familiar Celebración Separada y distanciada de los Sacramentos
Catequesis escolarizada Reclamo por celebración unitaria
Catequesis Kerigmática
Catecumenado
ICP Mistagógico
Predicación
Conversión
Fe
Sacramentos Celebración
Sacramentps
Vida "cristiana" Bautismo
Doctrina Cristiana
Comunión
Confirmación Bautismo
Catecumenado niños
Confirmación
Eucaristía
ICP
Tiempo Pascua Pascua
Pentecostés
Quam primum Cualquier fecha
Quam primum Revalorizar la Pascua
Ministro Ordinario Obispo Obispo
Presbíteros Obispo
Presbíteros
etc. Obispo ministro originario


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