Escencia y atributos de Dios


Escencia y atributos de Dios.
LA ESENCIA DE DIOS: COGNOSCIBILIDAD

El camino recorrido en las clásicas cinco vías de acceso al conocimiento de la existencia de Dios, nos ha proporcionado no sólo una clara noticia de que el Ser al que llamamos Dios, existe, sino que a la vez, con la razón, sin necesidad de recurrir a ningún medio sobrenatural, hemos obtenido unos conocimientos sobre la Naturaleza divina valiosísimos para considerarlos ahora en su orden y conjunto.

Notas, que hemos descubierto en la Esencia de Dios son, por ejemplo:

La incomprehensibilidad, es decir, que no puede abarcarse en ningún concepto humano, lo cual no es un simple conocimiento negativo. Un conocimiento imperfecto no es necesariamente falso. Yo sé que alguien llama a la puerta aunque no sepa quién es. Por de pronto sé que es alguien, que existe. Ahora voy a indagar QUIÉN ES.

La inmutabilidad del motor no movido: Acto puro.

La Causalidad incausada.

el Ser Necesario

el Ser Máximo, con perfecciones puras por encima de todo grado:

el Ser, la Verdad, Bondad, Belleza, Vida, Entendimiento, Voluntad, Libertad.

la Inteligencia ordenadora de todo cuanto existe.

Aunque todo esto sea muy poco comparado con lo Dios es, no es poco para empezar. Y, además, nos sitúa en el umbral de un verdadero conocimiento, de índole sobrenatural, por medio de la revelación del mismo Dios.

Pero antes estudiemos un poco más a fondo, con la luz natural de la razón, la Esencia metafísica de Dios


SOBRE LA ESENCIA METAFISICA DE DIOS

Para resolver la cuestión esencial de la sabiduría racional de Dios, no basta con esto, sino que es preciso determinar también el contenido de ese conocimiento racional de Dios. Vamos a verlo brevemente.

Se llama esencia o constitutivo metafísico de una cosa a aquel atributo concebido como primero, y que es raíz, principio y fuente de todos los demás atributos. También suele denominarse primer atributo fundamental o principio constitutivo formal. Tratándose de Dios, el constitutivo metafísico expresará aquel atributo divino que, según nuestro modo de conocer, nos aparezca como el primero y del que se deriven todos los demás. Pero es preciso entender esto bien.

No se trata aquí de señalar la esencia o el constitutivo formal de Dios como Él es en sí mismo, pues esto es imposible en el orden natural. La Deidad como tal, la mismidad de Dios, queda fuera del alcance de nuestro conocimiento racional. Lo que sea Dios en su esencia y vida íntima lo pueden alcanzar la Teología, la Fe, la Mística y la Visión Beatífica, pero todas ellas se encuentran en el ámbito de lo sobrenatural.

El objeto formal de la sabiduría racional de Dios no es precisamente la Deidad como tal, sino la razón de ser.

Como ya hemos dicho repetidas veces, en el puro orden natural, nosotros no alcanzamos a Dios sino como causa primera del ser finito. ¿Qué es en su más profundo y último fundamento la causa primera del ser finito? Esta es la pregunta que tratamos ahora de contestar.

Estamos persuadidos de antemano que el constitutivo formal de Dios en cuanto Dios, no es el constitutivo formal de Dios, causa primera del ser finito en cuanto es ser. Aparte de lo que nosotros alcanzamos racionalmente de Dios, esto es, aparte de su razón de causa primera del ser finito, hay en las profundidades de la esencia divina un caudal inagotable de inteligibilidad, que va más allá de la razón de causa primera del ser finito. Por eso, el constitutivo formal de Dios, en cuanto causa primera del ser finito, no explica todo lo que es Dios en sí mismo, no explica, por ejemplo, la Trinidad de Personas en la Unidad de la Sustancia divina. Lo único que explica el constitutivo metafísico de Dios, que determine la sabiduría racional de El, es lo que Dios es en su razón de causa primera del ser finito, y todos aquellos atributos que ha de tener por ser causa primera del ser finito.

El constitutivo metafísico de Dios que tratamos de fijar ahora ha de cumplir los siguientes requisitos:

1. Debe ser un atributo exclusivo de Dios.

2. Debe ser un atributo expresivo, no de la esencia íntima de Dios, sino de la divina Esencia en cuanto es causa primera del ser finito.

3. Debe ser el atributo primero en el orden del ser, aunque no lo sea según nuestro modo natural de conocer.

4. Debe ser el atributo fuente del que se deriven cognoscitivamente todos los demás atributos divinos que podamos alcanzar en el orden del conocimiento racional.

5. Debe ser el fundamento último de toda distinción entre Dios y el resto de los seres.

6. Debe ser atributo único y referirse siempre al orden del ser.

Pues bien, nuestra afirmación ahora es esta: el constitutivo formal o la esencia metafísica de Dios, considerado en cuanto causa primera del ser finito, es el «Ser subsistente».

Las cinco demostraciones que pueden construirse para probar la existencia de Dios nos dan cinco facetas esenciales desde las que puede ser alcanzado Dios en cuanto causa primera del ser finito; estas cinco facetas son las siguientes:

Primer motor inmóvil
Primera causa incausada
Ser absolutamente necesario
Ser infinito en toda perfección
Primera inteligencia directora

Pero cada uno de estos aspectos, bajo los que conocemos a Dios como causa primera del ser finito, connotan en su más profunda significación al «Ser subsistente», que viene a ser así, el atributo más profundo que podemos aplicar a Dios en el orden natural. Luego el «Ser subsistente» es el constitutivo formal de Dios.

Si Dios es el primer motor inmóvil, si mueve todas las cosas sin transitar de la potencia al acto, será su misma actividad motora, y como el mover sigue al ser y el modo de mover al modo de ser, será también su mismo ser, será el «Ser subsistente».

Si Dios es la primera causa incausada, si causa todas las cosas con absoluta autonomía, será su propia actividad causal, y como el causar sigue al ser y el modo de causar al modo de ser, será también su propio ser, será el «Ser subsistente».

Si Dios es la primera inteligencia directora, si dirige y ordena a todos los seres sin estar, a su vez, ordenada o dirigida ni siquiera a su acto de entender, será su propia intelección, y como el entender sigue al ser y el modo de entender al modo de ser, será también su mismo ser. Será el «Ser subsistente».

Si Dios es el ser absolutamente necesario, si en El no se da ni siquiera la composición de esencia y existencia, su esencia será su propio existir, será el «Ser subsistente».

Si, finalmente, Dios es el ser infinito en toda perfección, si no tiene limitada o recibida por participación la perfección del ser ni ninguna otra perfección será el «Ser subsistente».

Desde cualquiera de las cinco demostraciones de la existencia de Dios, puede concluirse, pues, que el «Ser subsistente» es la esencia metafísica de Dios. Pero, además de ésto, el «Ser subsistente», cumple todas las condiciones exigidas al constitutivo formal de Dios en cuanto causa primera del ser finito. Veámoslo.

1. El «Ser subsistente» es un atributo exclusivo de Dios. Todos los demás seres que no son Dios —cuarta vía— tienen el ser recibido o participado (por eso lo tienen limitado), pero Dios no tiene el ser recibido, sino por esencia. Luego sólo a Dios le compete el «Ser subsistente».

2. El «Ser subsistente» es expresivo de la misma esencia de Dios en cuanto El es causa primera del ser finito. Es claro —ya lo hemos hecho notar anteriormente— que el «Ser suhsistente» no es la expresión de la esencia de Dios en cuanto es Dios. Pero tampoco es eso lo que pretende designar el constitutivo formal metafísico que aquí hemos fijado. En cambio, si a Dios se le considera como causa primera del ser finito, no hay ningún concepto que exprese con más precisión, con mayor profundidad, la esencia de Dios que el «Ser subsistente».

3. El «Ser subsistente» es el primer atributo de Dios en el orden del ser. Y repitamos que aquí, al hablar de Dios, lo consideramos en cuanto causa primera del ser finito. Efectivamente nada hay anterior en el orden del ser (no en el orden de nuestro conocimiento), en Dios, que el «Ser subsistente», porque a éste no lo podemos deducir de ningún otro atributo, y sí todos los demás atributos de él.

4. El «Ser subsistente» es la fuente de donde se originan, en el orden del conocimiento, todos los demás atributos divinos que pueden ser alcanzados por la sola luz natural. Como vamos a ver dentro de un momento, no hay ni uno solo de los atributos divinos que inmediata o mediatamente no pueda deducirse del «Ser subsistente».

Si Dios es absolutamente simple, y universalmente perfecto y bueno por esencia, e infinito, e inmenso, e inmutable y eterno, y máximamente uno, etc., etc., es sencillamente porque es el «Ser subsistente».

5. El «Ser subsistente» es también el fundamento último de toda distinción entre Dios y el resto de los seres.
Notas distintivas entre Dios y la criatura:

Composición - simplicidad,
Imperfección - perfección,
Limitación - infinitud,
Mutabilidad-inmutabilidad,
Multiplicidad-unicidad.
Pues bien, todas ellas se fundan en esta distinción más profunda: «Ser subsistente» - ser inherente o recibido.

Si Dios es simple, y perfecto e infinito, etc., es porque es el «Ser subsistente», y si la criatura es compuesta, imperfecta, limitada, etc., es porque tiene el ser participado, recibido en una potencia o en un sujeto.

6. Finalmente, el «Ser subsistente» es un único atributo y se refiere al orden del ser. No se puede de determinar la esencia metafísica de Dios, en cuanto causa primera del ser finito. diciendo que hay dos o tres o más atributos fundamentales, cada uno en una línea; el atributo fundamental ha de ser único, y por eso debe estar situado en la línea del ser. que es la más profunda. Y este requisito lo cumple el «Ser subsistente».
He aquí, pues, la más alta verdad del orden natural, el ápice más elevado de las conquistas cognoscitivas naturales del hombre: Dios es el «Ser mismo subsistente». Sobre ella no hay ninguna otra verdad natural, y a partir de ella comenzará el descenso en el movimiento racional constructivo de la sabiduría natural de Dios.

Podemos pasar ahora al estudio de los Atributos entitativos de Dios


ATRIBUTOS ENTITATIVOS DE DIOS

Se llaman atributos divinos las perfecciones de Dios que existen formalmente en El y que dimanan, según el modo de nuestro saber, del constitutivo formal de Dios. No constituyen, por tanto, atributos de Dios las perfecciones que sólo virtualmente podemos predicar de El, ni abarcan estos atributos el atributo fundamental o constitutivo metafísico, que sirve de fundamento pare deducir todos los demás atributos.

Atributos divinos

Se dividen en:

Los entitativos se refieren al ser de Dios y son:

la simplicidad,
la perfección,
la bondad,
la infinitud,
la inmensidad,
la inmutabilidad,
la eternidad
la unidad.

Los operativos se refieren a las operaciones divinas y son:

la sabiduría,
la voluntad,
la potencia.

Por lo que hace a los atributos entitativos de Dios, algunos se derivan inmediatamente del «Ser subsisente» y otros se derivan mediatamente, a través de algunos de los atributos derivados inmediatamente del «Ser subsistente».

Los atributos entitativos derivados inmediatamente del constitutivo formal de Dios son los cinco que corresponden a las cinco notas distintivas entre Dios y la criatura, a saber:

la simplicidad (opuesta a la composición),
la perfección (opuesta a la imperfección),
la infinidad (opuesta a la limitación),
la "inmutabilidad"(opuesta a la mutabilidad)
la unicidad (opuesta a la multiplicidad).


Los atributos entitativos derivados mediatamente de la esencia metafísica de Dios a través de los atributos inmediatamente derivados, son:

la bondad (que se derive de la perfección).
la inmensidad
la omnipresencia (que se derivan de la infinidad)
la eternidad (que se derive de la inmutabilidad).

Tras de establecer todos estos atributos divinos, aparece con toda nitidez la absoluta trascendencia divina o la radical distinción de Dios de todos los restantes seres.

Y ahora tratemos de exponer, aunque brevemente, cada uno de estos atributos divinos.

Dios es absolutamente simple.—Simplicidad es negación de composición, y composición es unión de partes constituyendo un todo.

La simplicidad puede ser absoluta o relativa.

La absoluta excluye la composición de cualquier tipo;

La relativa, la excluye en un orden determinado. Así, el alma humana es simple con simplicidad relativa, porque no está compuesta de partes cuantitativas, ni de materia y forma, pero sí que está compuesta en el nivel del ser: de esencia y acto de ser (essentia et esse).

Pues bien, Dios es simple con simplicidad absoluta.

Porque no hay en El composición:

1)De partes cuantitativas (la cantidad sigue a la corporeidad y Dios no es cuerpo),

2)Ni se compone la esencia de Dios de materia y forma (todo ser esencialmente compuesto exige una causa y Dios es causa incausada);

3) Ni hay en Dios composición de individualidad y naturaleza (la individualidad de Dios no puede proceder de la materia, de la que carece, sino de la forma o esencia, y por eso, la individualidad de Dios no es distinta de su naturaleza o esencia);

4) Ni hay en Dios composición de sustancia y accidente (la sustancia se comporta con respecto al accidente como la potencia con respecto al acto, y Dios no tiene potencia alguna);

5) Ni hay en Dios composición de esencia y existencia (todo ser entitativamente compuesto tiene una cause y Dios es causa incausada);

6) Ni hay en Dios composición de género y diferencia (el género se comporta como la potencia con respecto a las diferencias que lo determinan, y en Dios no hay potencia alguna).

Luego Dios es absolutamente simple. Y lo es, sobre todo, porque siendo el «Ser subsistente» todo lo que hay en Dios lo será y no lo tendrá, pero así como el tener exige composición (de lo tenido con el que tiene), el ser exige simplicidad o carencia absoluta de composición.

Dios es perfecto y bueno.—En efecto, Dios es máximamente perfecto; porque, siendo el ser la máxima perfección, y siendo Dios el «Ser mismo subsistente», habrá de ser máximamente perfecto.

En Dios, además, existen todas las perfecciones de las cosas; pues, como las perfecciones del efecto deben preexistir en la causa, y Dios es la causa universal de todas las cosas, en Dios han de estar las perfecciones de todos los seres que no son El. Por lo demás, como hicimos notar más atrás, algunas perfecciones (las puras o simples) se encuentran formalmente en Dios, esto es, constituyen do su esencia, y otras (las mixtas) se encuentran en El sólo virtualmente, es decir, en cuanto tiene el poder de producirlas.

De que Dios es universalmente perfecto, se sigue que es bueno; porque la bondad le adviene al ser en razón de su perfección, o en razón de ser apetecible . Dios, que es el ser máximamente perfecto, es en sumo grado apetecible para sí mismo y para todo otro ser. Es decir, es también máximamente bueno.

Dios es infinito e inmenso.—Infinito es lo que no tiene límites. El ser infinito puede ser infinito actual o formal (el que no tiene límites en su perfección) o infinito potencial o material (el cual no tiene límites en su imperfección). El ser infinito actual puede ser absoluto o relativo. El primero no tiene límites en ninguna linea (es infinito en el ser); el segundo no tiene límites en una línea determinada (es infinito sólo en la esencia, por ejemplo). Pues bien, Dios es infinito con infinitud actual absoluta, lo cual se deduce necesariamente de que es el «Ser subsistente». En efecto, si Dios, tuviera el ser recibido, lo tendría limitado; pero como lo tiene por esencia, lo ha de tener en toda su plenitud y, por tanto, ilimitado e infinito. Y si Dios es infinito en su ser. lo es también en toda perfección, que, si es algo, es ser.

Dios es también inmenso. Inmensidad significa no mensurabilidad según el espacio, y viene expresada por la exigencia del ser infinito a llenar todos los espacios y lugares. Que Dios es inmenso, se desprende de que es infinito. Si no hay en Dios límites, Dios no podrá ser abarcado por nada, y habrá en El aptitud para llenar todos los lugares.
De que Dios es inmenso se desprende también que es omnipresente. Omnipresencia significa presencia actual en todos los lugares y espacios. Por eso, si Dios, por ser inmenso, tiene aptitud pare estar en todos los lugares, estará realmente en ellos, cuando estos lugares existan, dando el ser y la operación a todas las cosas.

Dios es inmutable y eterno. Si Dios es el «Ser subsistente», será también la actividad subsistente, pues el obrar sigue al ser y el modo de obrar al modo de ser. Pero si Dios es la actividad subsistente, es decir, si su ser consiste en su obrar, ejercerá toda acción sin transitar de la potencia al acto, y, por lo mismo, será absolutamente inmutable.
Dios, por ser inmutable, es también eterno. La eternidad es la duración del ser inmutable, y se caracteriza por ser interminable (no tiene principio ni fin), simultánea (toda al mismo tiempo) y uniforme (sin variación alguna). La eternidad sigue a la inmutabilidad como la temporaneidad a la mutabilidad. Por eso, si Dios es inmutable, ha de ser eterno

Dios es único. La unicidad es la propiedad de ser inmultiplicable, de no ser compatible con otro ser del mismo rango. Se opone, por tanto, a la multiplicidad, ya esencial, ya entitativa. Se llama multiplicidad esencial a la existencia real de varios individuos dentro de la misma especie, y multiplicidad entitativa, a la existencia de varios seres, distintos esencialmente, dentro de la perfección del ser. Pero Dios, que es el «Ser subsistente», no es compatible con la multiplicidad esencial (ésta sólo es posible cuando hay composición de materia y forma en la misma esencia) ni entitativa (el ser subsistente ha de ser necesariamente único, pues no puede haber dos plenitudes de ser). Luego Dios es único.

Dios es trascendente al mundo. Trascendencia significa alteridad, pero connotando cierta superioridad. Pues bien, Dios es otro que el mundo, completamente distinto de todos los seres creados, y superior a todos ellos. La infinita distancia que media entre el Ser por esencia (infinito) y el ser por participación (finito) da suficiente razón de la trascendencia divina.

Pasemos ahora al estudio de los atributos operativos inmanentes


LOS ATRIBUTOS OPERATIVOS INMANENTES

Después de examinar los atributos de Dios que se refieren a su ser. veamos ahora los que se refieren a su obrar. Empecemos diciendo que el obrar de Dios es su mismo ser. por aquello de que el obrar sigue al ser y el modo de obrar al modo de ser. Por lo cual, si Dios es su mismo ser, será también su mismo obrar.

Quiere esto decir que, aunque ahora estudiamos las operaciones divinas, continuamos, no obstante, estudiando al ser de Dios . Pues bien, las operaciones divinas pueden ser de dos clases: operaciones inmanentes (internas) y operaciones transeúntes (externas). Entre las primeras están el entender y el querer divinos, y entre las segundas, el poder divino en sus varias manifestaciones. Además, como el entender y el querer corresponden al vivir, también la vida divina es uno de sus atributos operativos.

Dios entiende y conoce

Por la quinta demostración de la existencia de Dios, llegamos a la conclusión de que Dios es una inteligencia directora suprema, que no está dirigida ni ordenada ni siquiera a su acto de entender, y que es, por lo mismo, el entender por esencia. Esto mismo puede concluirse de que, siendo el entender una perfección pura, debe existir en Dios, y siendo Dios su mismo ser, también será su mismo entender.

Pues bien, de este entender divino se deriva la omniscencia de Dios. Dios lo sabe todo, sencillamente porque es el ser infinito en toda perfección y causante de todas las cosas. Pero el modo de la sabiduría divina es radicalmente distinto del modo de la sabiduría humana. El conocimiento del hombre es determinado y medido por las cosas. El conocimiento de Dios determina y mide a las cosas. En el conocimiento humano, el objeto primero son las cosas sensibles y en ellas se conoce todo lo demás, incluso al propio- yo. En el conocimiento divino el objeto primero es la propia esencia divina y las demas cosas son conocidas en esa misma esencia. El conocimiento humano es limitado y está sujeto a muchas imperfecciones. El conocimiento divino es infinito (en profundidad y en extensión) y no tiene imperfección alguna.

Dios quiere y es libre

De que Dios es inteligente se deduce que está dotado de voluntad y que es libre. La voluntad y la libertad, en efecto, se convierten con la inteligencia (una implica la otra), de tal manera que todo ser dotado de voluntad y libre, es in teligente, y todo ser inteligente está dotado de voluntad y es libre. Pero la voluntad y la libertad divinas son muy distintas de las del hombre. La voluntad humana tiene por objeto el bien en general, y ante él no es libre, aunque lo sea ante los bienes particulares. La voluntad divina tiene por objeto su propia esencia, con la cual se identifica, y así Dios no es libre pare amarse a sí mismo; pero es absolutamente libre para amar todas las demás cosas. La voluntad del hombre es distinta de su esencia o naturaleza. La de Dios se identifica con la esencia divina.

Los afectos de la voluntad divina son el amor y el gozo o la delectación. El amor de Dios se dirige a sí mismo de una manera necesaria, y a las criaturas, de una manera libre. E1 gozo o la delectación de Dios resultan de la perfecta posesión de sí mismo, como plenitud de todo bien, y de la imperturbable aquietación, en esta posesión, de la voluntad de Dios.


Las virtudes de la voluntad divina son

la justicia, virtud que lleva a dar a cada cual lo que le es debido.
la misericordia, inclinación de la voluntad a remediar la miseria ajena.
la liberalidad, tendencia a dar algo por pura bondad del que lo da.


Pues bien, estas tres virtudes, estas tres perfecciones de la voluntad, que no encierran en su concepto imperfección alguna, deben existir en Dios. Dios es efectivamente justo, misericordioso y liberal. Y como, además, todas las perfecciones deben estar en Dios según un modo infinito, Dios posee estas tres virtudes de una manera infinita.

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