Clave conceptual: Prosperidad


Clave conceptual: Prosperidad.
Fragmento de documentos ecelesiales que hablan sobre la prosperidad, la riqueza y la justicia.

En el AT la prosperidad material representa una bendición divina (cf. p.e. Dt 28,12). Existe la conciencia que todo, riqueza y pobreza, proviene del Señor (Si 11,14). La riqueza es buena cuando es fruto del temor de Dios (Sal 25,12-13) y destinada a ejercer la beneficencia (Sal 112,5). De otra forma, la abundancia entorpece el corazón, convirtiéndolo en necio y orgulloso (Sal 49,13; Ez 28,5). La sabiduría bíblica lleva a pedir a Dios el poseer lo justo: lo que basta para estar agradecidos al Señor y no recurrir al robo (Pr 30,8-9). Pero la verdadera prosperidad está en la sabiduría, en el amor a Dios y en la observancia de su Torah, que vale más que "mil piezas de oro y de plata" (cf. p.e. Sal 119,72; Sb 7,11). La enseñanza cristiana se sitúa en continuidad con el Primer Testamento. Jesús estigmatiza a menudo el peligro de las riquezas que impiden entrar en el Reino (cf. Mt 19,23), que atontan al corazón, lo cierran a la esperanza de la Providencia, lo ciegan sobre la verdadera riqueza que se obtiene mediante la limosna y la caridad y lo insensibilizan al → sufrimiento del → prójimo (cf. Lc 12,15-34; 16,19ss). En el Tercer Evangelio se encuentra una teología de la redención de las riquezas materiales a través de la caridad: el fiel está llamado a "enriquecerse en orden de Dios" (Lc 12,21); a hacerse amigos con el dinero usado con una liberalidad sin prejuicios (Lc 16,9). La perspectiva es siempre la de la "vida eterna en el mundo venidero" (Lc 18,30). Se comprende así que en el cristianismo la perspectiva no se demoniza, sino que debe estar integrada en la búsqueda de la Riqueza verdadera y eterna, la que el Cordero ha heredado (cf. 1 Tm 6,17-19; Ap 5,12). Cuanto más se cree en la recompensa eterna, tanto más se vive con sobriedad, justicia y verdadera paz sobre esta tierra.

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