Sé agradable, sé positivo


Sé agradable, sé positivo
Esfuérzate por ser una persona buena y agradable con todos; siempre con una acogedora amabilidad, una inagotable disponibilidad; tener para cada uno la palabra adecuada, la sonrisa, la broma...

Esfuérzate por ser una persona buena y agradable con todos; siempre con una acogedora amabilidad, una inagotable disponibilidad; tener para cada uno la palabra adecuada, la sonrisa, la broma... En fin, todo lo que constituya una discreta y sincera simpatía50 . Es muy importante que seas amable.


El sonreír ayuda a ser amable.

«Una sonrisa cuesta muy poco, pero vale mucho.

»Una sonrisa enriquece al que la recibe y al que la da.

»Una sonrisa dura poco, pero su recuerdo puede durar toda una vida.

»No hay nadie tan rico que no la necesite ni tan pobre que no la pueda dar»51.

Amabilidad es la cualidad por la cual una persona es digna de ser amada. Consiste en considerar, respetar, aceptar a las personas como son y alegrarse con sus éxitos.

Amabilidad es atender a cada persona según lo que necesite en ese momento.

La amabilidad es sigo de madurez y grandeza de espíritu.

Procura ser una persona educada, respetuosa, agradecida, honrada, buena y servicial con todos. Y sobre todo muy cristiana.

Así serás una persona estimada por todo el mundo. Tú mismo te sentirás satisfecho de tu proceder; y, sobre todo, Dios te lo premiará.

La vida en común es una continua ocasión de ayudarse mutuamente.

Al principio quizás tengas que esforzarte para ser una persona atenta; pero después, esto será para ti una costumbre y no te costará trabajo alguno.

Los que te rodean se sentirán influidos por tu amabilidad y recurrirán a ti espontáneamente y con frecuencia.

Ten constancia y no te canses al verte importunado por unos y otros, que será mucho el bien que puedas hacerles.

El buen cristiano está siempre en actitud del máximo servicio al prójimo, según sus posibilidades.

Preocúpate muy vivamente de tus compañeros enfermos o heridos. Ve a visitarlos, si te es posible. ¡Quién sabe si se encuentran aplanados, tristes y abandonados! Si es así, el rasgo tuyo te ganará su amistad para siempre.

Evita todo lo que pueda molestar a tus compañeros y procura disimular lo que de ellos a ti te moleste, haciendo todo lo posible por mostrarte con afabilidad y servicial con ellos.

El ser caritativo, además de ser una virtud, es señal de buena educación.

Todos tenemos faltas y defectos que molestan a los demás, y debemos tener paciencia cuando los demás nos molestan con los suyos.


Debes ser comprensivo.
«Comprender es ver todos los aspectos posibles de una realidad, un suceso, una persona. Hay quien no tiene otro punto de vista que el propio. Es conocido el cuento indostánico de los ciegos y el elefante:

«A unos ciegos se les propuso que adivinaran lo que tenían delante, sólo tocando con las manos. Y se les puso delante de un elefante.

»Uno dijo que era una soga: había cogido la cola.

»Otro que era una serpiente: había cogido la trompa.

»Otro que era un árbol: había tocado una pata.

»Otro que era una pared: había tocado la panza.

»Y es que no se puede conocer una cosa atendiendo sólo a un aspecto.

»Es menester pensar que las cosas, y mucho más las personas, son muy complejas.

»El ejercicio de comprender comporta la total de los acontecimientos, y mucho más aún, de los seres humanos»52 .



Elogia sinceramente lo digno de elogio.
Toda persona tiene defectos y limitaciones.

Pero también tiene virtudes y cosas positivas.

El ver que los demás saben apreciar lo bueno que hay en nosotros es una de las cosas más alentadoras de la vida.

Pon siempre tu persona y tus cosas a disposición de todos, dentro de lo razonable.

No dudes nunca en hacer un favor a otros, aunque para eso tengas que fastidiarte. El sacrificarte por el prójimo llevará a tu alma una sana alegría. Además, con esto ganarás el corazón de tus compañeros y así te será más fácil hacerles el bien.

«No puede existir un hombre, humana y espiritualmente perfecto, sin una alegría cordial que ilumine a cuantos le rodeen»53 .

Procura ser alegre y optimista.

El optimismo no es miopía que no ve los males; ni estoicismo que niega el dolor.

El optimismo no niega el mal, ni el sufrimiento, ni la necesidad del esfuerzo, ni la dureza de la vida..., sino que se esfuerza en hallar en todo esto un lado bueno, un punto de vista confortador, un fin útil, un valor real, desconocido a primera vista54 . Si sabemos iluminar con algún bien todo mal, embelleceremos nuestra vida y haremos más felices a los que nos rodean.

«Quien tiene ilusión, porque tiene ideales, y cree en los valores, se asienta y afirma sobre el sentimiento de la propia autoestima, que se nutre de la conciencia de ser estimado y valorado por los demás. (...)

»Nuestros pensamientos juegan un importante papel en nuestro estado de ánimo. (...) La persona ilusionada vive en un estado de buen humor, de simpatía, de alegría contagiosa. (...) La ilusión es señal de un funcionamiento psicológico sano»55.

Los acontecimientos exteriores no deben alterar nuestro estado de ánimo.

Lo bueno y lo malo que nos ocurra nos puede servir para la gloria eterna.

El optimismo, la paz y la alegría depende de nosotros mismos.

El mismo Sol que ablanda la cera, endurece el barro.

La persona optimista siempre está contenta, porque «nunca se sabe...».



Un campesino tenía una yegua y un día se le escapó al monte. Y él se dijo:

-¡Qué mala suerte tenía un caballo y lo he perdido!

Pero al poco tiempo volvió la yegua con otro caballo. Entonces se dijo:

-¡Qué buena suerte, tenía un caballo y ahora tengo dos!

Pero un día el caballo le dio una coz a su hijo y le partió una pierna. Él se dijo:

- ¡Qué mala suerte, el caballo le ha roto una pierna a mi hijo!
-
Pero al poco tiempo estalló una guerra y su hijo se libró por cojo. Y se dijo:

- ¡Qué buena suerte mi hijo, por cojo, no irá al frente!
-
Y es que «nunca se sabe...»56.



Sobre la honradez y la honestidad, cito dos frases antológicas Bernabé Tierno57: «La honradez es siempre digna de elogio, aunque no reporte utilidad» (Cicerón). «Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo, y los buenos de mofa» (Demócrito).

José Mª Pemán, en el Divino impaciente, pone esta frase en boca de San Ignacio: «No hay virtud más eminente que el hacer sencillamente lo que tenemos que hacer».

Otra cosa muy importante es saber escuchar. En tus visitas a los enfermos hay que saber escuchar. Escuchar con interés es la mejor manera de consolar al que sufre. A todos los hombres nos gusta que nos escuchen. Pero mucho más al que sufre.

Y si además tu palabra cálida le transmite paz y alegría interior, habrás hecho una gran obra. «Amar es saber escuchar y solidarizarse con el que sufre»58 .



No es lo mismo ser bueno que ser estúpido.
Hacer el bien llena al ser humano de alegría y felicidad.

Pero no hay que confundir la bondad con el dejarse pisotear y humillar por alguna persona frustrada que para reafirmarse necesita hacer daño.

Para evitar que se salga con la suya, lo mejor es ignorarla: como si sus ofensas no nos afectaran.

Pero hay que saber defenderse sin ira y sin rabia, que nos alteran el espíritu desfavorablemente. Nos descompone y desequilibra física, psíquica y emocionalmente.

Debemos hacerlo, si no con dominio propio, con sentido del humor, y mejor con ironía. Pero siempre de forma razonable59..

No hay que confundir la soberbia y el orgullo, que son una supervaloración de sí mismo con desprecio de los demás, con una razonable autoestima.

El orgulloso es una persona engreída que descalifica al prójimo y lo trata despectivamente. «Lo normal es sentirse incómodo ante el orgulloso, que necesita percibirse dominador y por encima de los demás, minusvalorándolos. (...)

Si la humildad es la virtud de los fuertes y nobles, el orgullo es el deplorable defecto de cobardes, pusilánimes y malvados.

»Recordemos con Ruskin que "la primera prueba de un hombre verdaderamente grande es su humildad"»60.

La humildad es valorarme en lo que soy y para lo que valgo. Sería ridículo creer que valgo para todo. Pero también es triste creer que no valgo para nada.

Conocer mis posibilidades y limitaciones, y valorarme en lo que soy.

El sentirme competente en algo y ser estimado por algo me da paz, alegría y confianza en mí mismo. Esto ayuda a ser feliz. Sobre todo si mi capacidad la pongo al servicio de los demás.

«Todo ser humano debe aceptarse como es, sea cual sea su edad y la etapa evolutiva en que se encuentre»61.

Hay que conocerse. Así podremos gozar con lo que somos, y no angustiarnos por lo que no somos. Lo cual es perfectamente compatible con el procurar mejorar. No se trata de un «narcisismo, que nos creamos los mejores, y que no tenemos nada que modificar, ni necesidad de transformación alguna. (...)

Para conocerse es necesario examinarse, analizarse. Nadie conoce el color de sus ojos si no se mira al espejo.

«La autoaceptación da confianza y seguridad en uno mismo, y conducen a la madurez psíquica. Conocernos bien y saber lo que podemos hacer y lo que excede nuestras posibilidades es la clave de hacer las cosas bien y estar contentos con nosotros mismos»63 .

«Autoaceptarse no significa gustarse. Conozco mis limitaciones y procuro superarme. Siempre podemos estar aprendiendo y mejorando.

Siempre podemos crecer como personas. (...) El arte del educador es descubrir la capacidad que cada persona tiene para perfeccionarse»64 .

Podemos llegar a ser lo que queremos ser. «El poder del pensamiento es incalculable. (...) Si lo centramos sobre lo bueno, lo aumenta; pero si lo centramos sobre lo malo, también lo fomenta. (...)

Una buena higiene mental nos permite convertirnos en la persona que deseamos ser. (...) No hay límites ni jubilación para cambiar a mejor»65.

«Cada vez que centramos nuestra atención y criticamos los aspectos peyorativos de otra persona, estamos contribuyendo a que su autoestima sea negativa.

Por el contrario, siempre que resaltamos una cualidad, aspecto positivo y virtud de alguien, le ayudamos a desarrollar esas cualidades y valores. ¿Quiere esto decir que debemos ignorar la realidad de las cosas negativas de las personas con quienes convivimos?

Claro que no. Pero antes de ayudarle a alguien a descubrir sus defectos, es más inteligente ayudarle a descubrir cuanto tiene de positivo.

»En la familia, en la escuela, en la empresa y en la sociedad debería ser práctica habitual en quienes se ven obligados a corregir los defectos, el comenzar siempre por reconocer y alabar todo lo positivo, digno y meritorio de la persona en cuestión»66.

Dice un proverbio chino: «Toda gran marcha empieza con un primer paso».

La esencia del ser humano es encontrar el verdadero sentido de la vida.

Y cuando las cosas no suceden a nuestro gusto, no desesperarnos ni desalentarnos. Aceptar las cosas como vienen y seguir adelante.

Mi felicidad está dentro de mí.


Depende de mi actitud ante la vida.
En lugar de pretender cambiar las personas, las cosas y las situaciones de la vida que no están a mi alcance, puedo cambiar mi actitud ante ellas, no empeñándome en lo que me es imposible, y no perder mi paz y serenidad interior.

Lo que verdaderamente vale son las cualidades espirituales. La sencillez, la bondad, la generosidad, la honradez, la simpatía, la servicialidad, etc., están en nuestras manos.

La persona verdaderamente cristiana da prioridad en todas las cosas al punto de vista sobrenatural. Por eso vive segura, confía en Dios, y siempre tiene el ánimo alegre y optimista.

No trates a nadie con arrogancia, sino por el contrario, condesciende buenamente con todos, en lo que no se oponga a tu conciencia; y si crees que has ofendido a alguien, no dudes en darle alguna explicación.

Cuando otra persona te dé explicaciones de las ofensas que te ha hecho, admítelas fácilmente, aunque tú creas que no son suficientemente satisfactorias.

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